Durante los últimos años parece que nos hemos hecho cada vez más conscientes sobre los profundos daños que el plástico ocasiona al medio ambiente y a nuestra salud. Nuestro uso descuidado de este material ha cubierto la Tierra y llenado los océanos con aproximadamente ocho mil millones de toneladas de basura plástica.
Una de las peores partes del plástico es de dónde viene. Es fácil olvidar que los plásticos se fabrican a partir de combustibles fósiles. Alrededor del 4% del petróleo y el gas que utilizamos anualmente se destina a la producción de polímeros, lo que puede no parecer mucho, pero aun así implica que la producción de plástico esté unida a la extracción de combustibles fósiles y al cambio climático.
¿Existen alternativas?
Ha habido una enorme expectación sobre los bioplásticos, como la polilactida (PLA). Algunos ejemplos son: cubiertos desechables hechos a base de papas, botellas hechas de maíz, bolsas de basura elaboradas con desechos de alimentos, entre otros. En la teoría parecen una solución ideal, pero hay mucho más detrás de esto. Por un lado, los bioplásticos no se biodegradan tan fácilmente como parece, ya que por lo general, requieren compostadores industriales para procesarlos. Peor aún, cuando se tiene en cuenta la energía necesaria para producirlos (cosecha de cultivos con maquinaria, procesamiento de materias primas en fábricas, etc.), los bioplásticos suelen tener una huella de carbono incluso mayor que los plásticos convencionales.
«En lugar de utilizar combustibles fósiles como materia prima, se puede revolucionar la industria utilizando dióxido de carbono residual mediante trucos químicos; esto revolucionará el sector petroquímico», afirma el profesor Styring, que también es director del Centro para la Utilización del Dióxido de Carbono del Reino Unido ha estado trabajando en esta solución durante más de una década. Actualmente, la mayor parte del dióxido de carbono proviene de la producción de hidrógeno, pero los investigadores están trabajando para capturar también las emisiones industriales (que a su vez son las más contaminantes).
Una solución revolucionaria
Esto no sólo reduciría la cantidad de combustibles fósiles que utilizamos, sino que tendría un impacto positivo en la crisis climática, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
En este centro, los investigadores han descubierto cómo producir poliacrilamida (un polímero que se utiliza para producir nylon), por ejemplo, a partir de dióxido de carbono. Un logro que sin duda es sumamente relevante.
La clave para fabricar plástico a partir de dióxido de carbono radica en el diseño de catalizadores sofisticados (materiales que aceleran la velocidad de una reacción química sin consumirse en el proceso), como compuestos con metales como el cobre.
Los científicos de Covestro (una importante empresa de fabricación de polímeros) descubrieron catalizadores que podrían permitir que el dióxido de carbono reaccionara con epóxidos para producir una familia de sustancias químicas llamadas “poliéter policarbonato polioles”,que son la base del poliuretano, el material que se encuentra en colchones, cojines y aislamiento de refrigeradores.
Un objetivo aún más ambicioso es producir etileno a partir de dióxido de carbono (CO2), ya que aproximadamente la mitad del plástico que producimos a nivel mundial se crea con etileno, lo que lo convierte en una de las materias primas más importantes del mundo. En la Universidad de Swansea en Gales, académicos del Instituto de Investigación de Seguridad Energética y su equipo están trabajando para desarrollar catalizadores que contengan cobre que permitan la creación de etileno combinando dióxido de carbono con agua y electricidad.
Se necesitarán quizás 20 años para producir polietileno plástico a una escala comercialmente viable a partir de etileno obtenido a partir de dióxido de carbono. Sin embargo, al paso que vamos no podremos producir etileno a partir de combustibles fósiles en algunas décadas por lo que es indispensable seguir invirtiendo para producirlo a partir de dióxido de carbono.
Todavía hace falta mucha inversión e investigación para poder realizar este procedimiento de manera masiva, sin embargo esto ataca dos problemas gigantescos en la crisis climática: las emisiones de CO2 y la demanda por plásticos. Por lo tanto, el poder pensar en una solución que podría resolver ambos problemas sería un avance enorme en el que es indispensable seguir invirtiendo lo que sea necesario.
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