La laguna de Zumpango, imagen perfecta de la sequía en el país

La laguna de Zumpango, imagen perfecta de la sequía en el país
La laguna de Zumpango, imagen perfecta de la sequía en el país

El estado seco de la laguna de Zumpango, ubicada al norte del Estado de México, es la imagen perfecta de la sequía que asola a gran parte del país. 

Las autoridades locales afirman que la laguna es un vaso regulador que tiene como función principal evitar inundaciones en Ciudad de México y que ya se ha evaporado en otras ocasiones. 

Su falta de agua cada dos minutos se forma un remolino que levanta tierra amarilla y cenizas negras; y el fuego quemó una superficie que hace dos años estaba llena de agua. 

Un grupo de biólogos ha localizado en 10 años más de 220 especies de aves. En 2024 solo 30 y, de ellas, solo cuatro acuáticas; y se han perdido 170 especies de aves; una plaga de lirio acuático, la falta de lluvias y la gestión del agua han dejado una laguna seca, lo que conlleva consecuencias sociales, económicas y medioambientales, publica el periódico El País.  

Documenta que el lago artificial se construyó en 1989 para contener el exceso de agua de Ciudad de México, que cuando se inundaba drenaba a través del Gran Canal.  

En Zumpango caben 100 millones de metros cúbicos de agua, lo que equivale a casi 30.000 piscinas olímpicas. 

En 2003 el Estado de México la declaró área natural protegida para “la preservación, protección, conservación, restauración y aprovechamiento sustentable del entorno”. 

El entorno ahora es un desierto. En medio hay seis pequeños botes que poco a poco el sol va descuartizando. En ellos, los visitantes iban a la isla de la Laguna de Zumpango, el principal atractivo del lugar por el templo de la virgen de Guadalupe que había en su punto más alto. Ya no es isla ni islote, solo un pequeño cerro al que se puede llegar a pie a través de un terreno gris, negro y amarillo. 

El director del Organismo Público Descentralizado para la Prestación de los Servicios de Agua de Zumpango, Germán Ordóñez, conoce bien la composición que tenía la laguna.  

La mayoría de veces se llenó con un 70% de aguas de lluvia y, el resto, con aguas negras. “Esa agua no es apta para ningún ser vivo”, explicó en una entrevista a El País. 

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