Las amenazas que enfrentan los defensores ambientales y del territorio cada vez son más alarmantes. Analizamos varios informes que señalan que Latinoamérica se mantiene como la región más peligrosa en 2023 y Colombia ocupa el primer lugar con 79 asesinatos.
El informe de Global Witness revela que durante 2023 fueron asesinados más de 190 defensores ambientales y del territorio. El 85 % de esos hechos de violencia ocurrieron en Latinoamérica.
Los defensores de la tierra y el medio ambiente son personas comunes que se esfuerzan por proteger pacíficamente sus tierras, hogares y medios de vida de las actividades nocivas de los Estados, las corporaciones y los actores ilícitos que participan en industrias extractivas como la tala, la minería y la agroindustria a gran escala.
Muchos también desempeñan un papel vital en la protección de nuestro planeta, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático y garantizando que nuestros bosques, océanos y otros recursos naturales estén protegidos, y que se respeten los derechos de las comunidades locales.
Los defensores de la tierra y el medio ambiente son un tipo específico de activistas de los derechos humanos que trabaja para lograr la justicia social y ambiental. Esto puede incluir tomar posición a través de protestas pacíficas, denunciar actividades gubernamentales o empresariales inadecuadas o abogar por un mayor acceso a la información y la consulta pública. Cualquiera puede ser defensor, desde los pueblos indígenas, los líderes comunitarios y los agricultores locales hasta profesionales como abogados o periodistas y conservacionistas.
Pero al oponerse al sistema, muchos defensores de todo el mundo enfrentan riesgos significativos, incluidas amenazas, violencia, intimidación y muerte. En 2024, el informe publicado por Global Witness, mostró que más de 2,000 personas han sido asesinadas o han desaparecido por luchar para proteger sus hogares, sus tierras y nuestro planeta desde se comenzaron a registrar asesinatos globales de defensores en 2012.
¿Qué dice el informe?
Al menos 196 activistas ambientales fueron asesinados el año pasado por intentar proteger sus hogares, su comunidad o el planeta, según el informe. Las nuevas cifras elevan el número total de asesinatos de defensores a 2,106 entre 2012 y 2023.
Los datos indican que Colombia fue el país más peligroso en el mundo para los activistas ambientales, con 79 muertes en total el año pasado, en comparación con 60 en 2022 y 33 en 2021. Esta es la mayor cantidad de activistas asesinados en un país en un solo año según los registros de la organización. Con 461 asesinatos entre 2012 y 2023, Colombia tiene el mayor número de asesinatos de defensores ambientales denunciados a nivel mundial.
Otros países mortales de América Latina son Brasil, con 25 asesinatos el año pasado, y México y Honduras, que tuvieron 18 asesinatos cada uno.
Centroamérica se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos del mundo para los activistas. Con 18 activistas asesinados en Honduras, el país tuvo el mayor número de asesinatos per cápita en 2023. Un total de 10 defensores también fueron asesinados en Nicaragua el año pasado, mientras que cuatro fueron asesinados en Guatemala y cuatro en Panamá.
Criminalizando la lucha por el medio ambiente
La criminalización sistemática de los defensores del medio ambiente no es algo nuevo. Los recursos naturales en tierras indígenas han sido explotados durante mucho tiempo, generando grandes ganancias para algunos, pero también alimentando la violencia y la desigualdad.
Los expertos dicen que la mina Marlin en Guatemala fue uno de los primeros casos documentados de una corporación transnacional –y sus aliados estatales– que utilizó el sistema legal como arma contra los defensores del medio ambiente. Desde entonces, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha condenado repetidamente el alarmante aumento del uso indebido de los sistemas de justicia penal contra los defensores del medio ambiente, la tierra y otros derechos humanos en América Latina. Y la violencia registrada durante el último año es una prueba de ello.
Los pueblos indígenas son desproporcionadamente atacados, ya que son víctimas de alrededor de un tercio de todos los ataques letales a pesar de representar solo el 6% de la población mundial. Los activistas también enfrentan una amplia gama de ataques no letales, incluida la criminalización, las amenazas y la intimidación. Pueden ser atacados, amenazados y acosados por quienes se oponen a su trabajo, tanto en persona como en línea. Algunos han sido obligados a aislarse de sus comunidades o forzados a huir de sus hogares.
Esta criminalización y violencia contra los activistas ambientales se ha convertido en un fenómeno global y ahora es la táctica más común utilizada para silenciar y desacreditar a los defensores.
Esta ola de violencia es quizá una de las noticias más tristes que podríamos observar, ya que estas personas están defendiendo el futuro de la humanidad a través de defender al medio ambiente, y con ello están pagando con su propia vida. Y la razón por la que esto sucede es porque se oponen al sistema con enorme valentía, se oponen ante los intereses de aquellos que solo quieren continuar enriqueciéndose sin importar el costo que implica para nuestro planeta. Esta ola de violencia es quizá una de las más injustas y tristes que podamos presenciar en nuestra existencia.
No son solo los gobiernos que deberían reconocer este problema (y hacer algo para solucionarlo) sino las sociedades en su totalidad quiénes deberían de reconocer, resaltar y defender la valentía e importancia de los actividades ambientales. Y, principalmente, realzar su lucha y defender lo mismo que ellos defienden: nuestro planeta.
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