A medida que el planeta se calienta, los inviernos se está calentando más rápido que cualquier otra estación, y las precipitaciones invernales son más comunes en forma de gotas de lluvia que de nieve. Quizá en un inicio no parezca, pero esto afecta todo, desde el agua dulce disponible en primavera y verano hasta el riesgo de incendios forestales y la supervivencia de algunas especies. Aquí presentamos algunas de ellas.
Inviernos menos nevados
El aumento de las temperaturas (2023 fue el año más caluroso registrado) está haciendo que los inviernos se vuelvan templados.
Un nuevo estudio de la revista Nature confirma que la crisis climática ha reducido las capas de nieve del hemisferio norte desde la década de 1980, mientras que la primera nevada de California esta temporada fue de solo 7,5 pulgadas, lo cual representa el 25% del promedio histórico.
«A nivel mundial, las nevadas han estado disminuyendo porque las temperaturas están subiendo», dice Liz Bentley, directora ejecutiva de la Royal Meteorological Society.
Un mundo más cálido significa que la probabilidad de nieve disminuye y esto deriva en que posible que se tenga que subir más alto en una montaña para conseguir nieve que hace años.
Un ejemplo de esto fue lo que sucedió este año con el icónico Monte Fuji en Japón, el cual este año permaneció sin nieve por el mayor periodo registrado durante los últimos 130 años. La nieve cayó en el pico más alto de Japón aproximadamente un mes más tarde de lo esperado, mientras el país se recupera de uno de sus veranos más calurosos.
Hoy en día es una realidad que una gran parte del mundo tendrá inviernos sin nieve para el año 2100 si no reducimos dramáticamente las emisiones.
Esta disminución de la nieve podría convertirse en una causa, y no solo un síntoma, de la crisis climática. Los paisajes más oscuros y sin nieve absorben más luz solar, lo que aumenta aún más el calor acumulado.
Condiciones más extremas durante los inviernos
Para crear nieve, se necesita humedad y aire frío. El cambio climático afecta a ambos porque el planeta se vuelve más cálido y tiene más humedad en su atmósfera.
Por cada grado Celsius que se calienta la atmósfera, puede contener un siete por ciento más de vapor de agua. Lo húmedo se vuelve más húmedo y lo seco se vuelve más seco, y esto crea grandes oscilaciones entre los extremos.
La predicción dice que las tormentas de nieve serán menos frecuentes, pero cuando ocurran vamos a sufrir fuertes nevadas porque el aire retiene más humedad. Esto puede explicar por qué después de uno o dos inviernos templados llega un invierno sumamente fuerte que arrasa con todo a su paso, principalmente en los lugares que tienden a ser más fríos.
Efectos en las especies
Como las precipitaciones caen en forma de lluvia en lugar de nieve y luego se congelan, animales como renos y caribúes pueden tener dificultades para pastar en suelo helado.
Las especies con pelaje blanco para camuflarse, como las liebres de raquetas de nieve y los búhos nivales, podrían correr un mayor riesgo de depredación, mientras que los osos polares y los murciélagos de nariz tubular de Ussuri pueden tener menos opciones para construir sus refugios nevados.
No todas las especies podrán adaptarse o trasladarse a climas más nevados, por lo que definitivamente veremos la extinción de algunos animales.
Seguridad hídrica reducida
A medida que las temperaturas del aire se calientan, los árboles liberan agua a la atmósfera a través de un proceso llamado evapotranspiración. Cuando no ha habido mucha nieve, el suelo no puede reemplazar la humedad perdida y los bosques experimentan más estrés térmico, lo que aumenta la probabilidad de incendios forestales graves.
Cuando se produce un incendio, se propaga lo más rápido posible y quema la mayor superficie posible. Mantener la capa de nieve en el suelo hasta principios del verano evita esto. Un ejemplo de esto se dio cuando el invierno más grande registrado por el Central Sierra Snow Lab en 2022-23 fue seguido por una temporada de incendios muy pequeña.
Para los humanos, menos nevadas son extremadamente problemáticas porque la nieve suministra gran parte de nuestra agua.
Aproximadamente 1900 millones de personas dependen de las capas de nieve y los glaciares para beber agua. Tener menos nieve significa inevitablemente mermar el ciclo natural del agua, lo cual es un enorme problema.
La nieve en las montañas actúa como una reserva natural. A medida que se derrite lentamente en arroyos, la nieve suministra agua durante la primavera y el verano, mientras que la lluvia fluye inmediatamente río abajo y puede desperdiciarse.
La única parte positiva de todos estos efectos es el hecho de que todos tienen una causa en común: el alza de las temperaturas derivada de la crisis climática global. Y la única manera de controlarla es reduciendo nuestras emisiones colectivas.
También te puede interesar: Consumiendo responsablemente en Navidad













