El paisajismo de praderas, o la conversión de un pasto tradicional en una pequeña pradera, es una tendencia en auge que los expertos en el campo están notando, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que tienden a ser más conscientes del cambio climático que sus predecesores. En comparación con los céspedes, las praderas (paisajes abiertos llenos de una variedad de plantas no leñosas, como pastos altos, flores y hierbas aromáticas) son más económicas de mantener, requieren menos agua y energía y ayudan a capturar más CO2. Y lo más importante, también fomentan la biodiversidad y suelen ser más atractivas para los polinizadores, que son especies clave de las que dependen los ecosistemas.
El cambio climático y la degradación del hábitat están provocando importantes pérdidas de especies nativas en los ecosistemas de todo el mundo, lo que a su vez puede alterar su funcionamiento. Al mismo tiempo, el pasto cubre aproximadamente el 23% de las superficies urbanas de EE. UU. y entre el 70% y el 75% de los espacios verdes abiertos en las ciudades de todo el mundo. Entre más personas reforesten el pasto de sus jardines, mayores serán los impactos ambientales que se podrían observar, desde una menor contaminación y escorrentía de aguas pluviales pasando por una reducción de la erosión del suelo hasta mejorar la biodiversidad local y la calidad del suelo y las aguas subterráneas.
Pasto vs pradera
Es probable que gaste más de siete veces más en gestionar una hectárea de pasto tradicional en comparación con una pradera. Además de ser más económico de instalar que un pasto convencional, un prado sembrado es mucho más económico de mantener. El césped necesita ser cortado, regado y fertilizado con frecuencia, aunque tiene un costo. Durante su máximo crecimiento en verano, algunos céspedes requieren ser cortados dos veces por semana si se desea un alto nivel de limpieza. Durante los períodos de sequía, el césped puede necesitar riego para evitar que entre en letargo. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estaos Unidos, anualmente se aplican 30 millones de kilos de pesticidas al césped.
Generalmente se recomiendan fertilizantes para mantener un césped impecable y exuberante. Estos fertilizantes pueden escurrirse hacia las cuencas locales, con efectos desastrosos para la calidad del agua y la vida acuática local. Al reducir la superficie de su césped, ahorrará tiempo y dinero haciendo algo que probablemente preferiría hacer.
La importancia de los insectos y polinizadores
Las poblaciones de polinizadores a nivel mundial han disminuido drásticamente en las últimas décadas. Las mariposas monarca se han visto particularmente afectadas, y en tan solo los últimos 20 años, países como Estados Unidos han perdido una quinta parte de todas sus poblaciones de mariposas. Sin embargo, durante el primer año de la conversión de su césped, Johnson afirma que comenzó a ver polinizadores llegando a sus plantas con flores.
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Es importante no cortar el pasto por completo para ayudar a las poblaciones de mariposas en crisis. El año pasado fue uno de los peores registrados para las mariposas, según los resultados del Gran Conteo de Mariposas de Butterfly Conservation.
Los expertos de la organización afirman que las extensiones mixtas de pasto son las mejores para proporcionar alimento y refugio para las mariposas (y los insectos en general), idealmente dejando que las plantas que crecen naturalmente, como los dientes de león, florezcan. Cortar el pasto completa y regularmente durante el verano no beneficia en absoluto a los insectos.
Un ejemplo de esto es que , la mariposa monarca está amenazada por varios factores, desde la pérdida de hábitat, los herbicidas, la contaminación ambiental, hasta el cambio climático, según Isabel Ramírez, investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM.
Este ciclo natural de las especies forma parte de lo que hace que las praderas sean más resilientes. Las especies vegetales y animales pueden competir ocasionalmente, pero esto forma parte de un ecosistema saludable que fomenta la selección natural y la adaptación.
Un estudio reciente del King’s College de la Universidad de Cambridge , que midió los efectos de la reforestación de la mitad del pasto de 300 años de antigüedad de la universidad, observó beneficios ecológicos similares a los del paisajismo de las praderas. Se descubrió que la zona de la pradera era más resiliente al clima que la zona tradicional del césped, ya que reflejaba un 25% más de luz solar, lo que ayuda a proteger a sus habitantes de los daños causados por el calor.
Las plantas que se encuentran típicamente en praderas también tienden a tener raíces más profundas y, por lo tanto, son más tolerantes a la sequía. Esto las hace ideales para zonas más secas o con un consumo de agua limitado. Además, sus raíces pueden ayudar a prevenir la escorrentía de aguas pluviales e incluso mejorar la calidad de las aguas subterráneas.
Es por eso que es necesario comenzar a comprender colectivamente que el pasto es una vegetación artificial en todos su sentidos: tanto el exceso de cuidado que necesita, su constante necesidad de cantidades enormes de agua y ser podado todo el tiempo, además de las pocas (o nulas) condiciones que otorga para que insectos puedan sobrevivir. La noción elitista de dejar crecer nuestros jardines (aunque sean pequeños en nuestros balcones) es un resultado de falta de cuidado con nuestros hogares ya no debería de persistir. Lo que debemos entender es que nuestros jardines no deberían de ser únicamente un recurso individual, sino también deberíamos hacer todo lo posible para que le sirvan a otras especies y se mimeticen con la naturaleza. Al final de cuentas, nosotros somos parte de ella y nuestros jardines también deberían de serlo.
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