El futuro de los refugiados climáticos

El futuro de los refugiados climáticos

En la inminente intensificación de las consecuencias de la crisis climática, habrá países específicos que sufran más debido a sus vulnerables condiciones. Y en muchas ocasiones suele coincidir que, además de ser geográficamente vulnerables, son socioeconómicamente vulnerables también. Esto es lo que ha sucedido recientemente con el país insular de Tuvalu, ubicado en Oceanía.

 

Visas climáticas para Tuvalu

Ante el aumento del nivel del mar, Australia anunció que ofrecería una «visa climática» especial, la primera de su tipo, a los ciudadanos de Tuvalu, una nación insular polinesia de bancos de arena donde las aguas están erosionando el terreno.

El sorteo de visas se abrió la semana pasada, y casi la mitad de la población de Tuvalu ya la ha solicitado.

 

Es un hecho que Tuvalu es uno de los países más pequeños del mundo. En él viven unas 10,000 personas, repartidas en nueve pequeñas islas de coral que suman menos de 25 kilómetros cuadrados.

 

El país ha ido perdiendo territorio debido al aumento del nivel del mar y nuevas pérdidas podrían convertirlo en uno de los primeros países en volverse inhabitables debido al cambio climático. El agua de mar se filtra cada vez más en los escasos pozos de agua potable que tienen, haciendo el acceso a ella cada vez más difícil. Dentro de un siglo, algunos científicos predicen que la marea alta, que se registra dos veces al día, inundará más del 90% de la capital del país, la isla de Funafuti, así como el único aeropuerto de Tuvalu.

 

Durante la COP26 en Glasgow, un video del ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu se hizo viral mostrando al funcionario con el agua del mar hasta las rodillas dando un discurso sobre la urgencia de la acción climática y para mostrar cómo su nación insular de baja altitud en el Pacífico está en la primera línea de la crisis climática.

El acuerdo, conocido como el Tratado de la Unión de Falepili, permite a los beneficiarios obtener la residencia permanente y circular libremente entre los países. Sin embargo, ambos países se han esforzado por evitar usar un lenguaje que insinúe que Tuvalu podría algún día dejar de existir. Independientemente de que todas estas acciones lo digan entre líneas.

 

De hacerse realidad las predicciones más pesimistas, Tuvalu sería un ejemplo de cómo el mundo trata a una ciudadanía que no ha perdido su territorio por la anexión, sino por el cambio climático. A un ritmo de 280 personas al año, se necesitarían unos 40 años para que todos los ciudadanos de Tuvalu se trasladaran a Australia.

 

Crisis y desplazamiento

El cambio climático y el desplazamiento están cada vez más interconectados. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos y las condiciones ambientales empeoran con la crisis climática, contribuyen a crisis múltiples y superpuestas y, en última instancia, crean las condiciones para nuevos desplazamientos forzados.

 

Los refugiados climáticos son personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares y comunidades debido a los efectos de la crisis climática. Pertenecen a un grupo más amplio de inmigrantes conocidos como refugiados ambientales.

 

En general, los países ricos e industrializados generan la mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, pero sufren menos efectos del cambio climático, mientras que los países en desarrollo de bajos ingresos producen las menores emisiones, pero son los que corren mayor riesgo. Los países con menores emisiones tienden a ubicarse en regiones geográficas que los hacen más vulnerables a los problemas del cambio climático, como los desiertos y las islas bajas. Además, disponen de menos recursos para prepararse ante emergencias climáticas y financiar las labores de reconstrucción. Las zonas áridas, como el Cuerno de África, y los países de baja altitud, como las Maldivas, ya están sintiendo la presión del cambio climático, aunque producen relativamente pocas emisiones.

 

Según estadísticas recientes publicadas por el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos, más de 376 millones de personas en todo el mundo se han visto desplazadas forzosamente por inundaciones, vendavales, terremotos o sequías desde 2008, con un récord de 32,6 millones solamente en 2022. 

 

Desde 2020, se ha registrado un aumento anual del 41 % en el número total de personas desplazadas por desastres, en comparación con la década anterior. La tendencia al alza es alarmantemente clara. Con el cambio climático como catalizador, el número de «refugiados climáticos» seguirá aumentando. El Instituto para la Economía y la Paz predice que, en el peor de los casos, 1200 millones de personas podrían verse desplazadas para 2050 debido a desastres naturales y otras amenazas ecológicas.

 

Todo indica que los desplazados climáticos serán una población más grande conforme las consecuencias desastrosas de la crisis climática sigan avanzando. El problema es que, en su mayoría, estas personas provendrán de países económicamente vulnerables. Por lo que este tipo de desplazamiento no será muy diferente al que ya vemos hoy en día debido a la violencia y condiciones precarias de vida. Sin embargo, debemos de ver ejemplos como el de Tuvalu como una premonición de lo que podrá suceder en el futuro y cómo todos los países deberán arcar con la responsabilidad de lo que traerá la crisis.

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