Una investigación de la organización No Gubernamental internacional Greenpeace concluyó que las prendas de ropa que se donan no tienen muchas veces el destino que los consumidores creen.
Entre agosto y septiembre de este año, la ONG colocó sus rastreadores en 29 prendas que dejó en contenedores de la vía pública y en los situados en tiendas de las marcas españolas Zara y Mango de 11 ciudades del país, Sara del Río, responsable de esta investigación de Greenpeace.
Pero después de cuatro meses después, muchas de ellas han recorrido miles de kilómetros, según la investigación publicada hoy y que seguirá abierta, puesto que el viaje de estas prendas aún no ha terminado.
La dependencia explicó que 14 de ellas han sido detectadas fuera de España (un 48%). Los principales destinos han sido Emiratos Árabes Unidos y Pakistán, aunque también han llegado a Chile, Marruecos, India, Rumanía, Egipto y Togo.
La organización ha querido publicar su investigación coincidiendo con el Black Friday, un día de descuentos excepcionales que es “un símbolo de este modelo perverso y que no se puede sostener sin generar un gran impacto ambiental y social en países del sur global”, afirma el informe.
Sara del Río expuso que “desde el 2000 ha habido una sobreproducción textil brutal. Ya no hablamos de fast fashion (moda rápida), sino de moda ultrarrápida. Si no tuviésemos a los países del sur global para producir esa ropa y recibirla cuando la desechamos, sería un modelo que no se podría mantener, porque en sí es insostenible”.
Además, la investigadora subraya que la calidad de la ropa hace que sea menos duradera y pone en entredicho esa segunda vida. Por otra parte, los tejidos que se usan con cada vez más sintéticos, mixtos y contaminantes.
Es decir, reciclar un vestido de algodón con poliéster es más complicado que reciclar uno cuya composición es 100% algodón.
Además, un análisis publicado en 2020 en Global Change Biology vinculó la presencia generalizada de microplásticos en la fauna marina, entre otras causas, al lavado de ropa sintética.
Para Greenpeace, una de las conclusiones más claras tras seguir el rastro de estas prendas es que da igual dónde se depositen, ya que las entidades de gestión son las mismas en la mayoría de los casos.
Detalló al periódico que instalar estos contenedores es por ahora voluntario, pero en España, a partir de 2025 y por ley, las marcas de moda tendrán que implicarse en la recogida de ropa usada en sus tiendas y no podrán tirar los excedentes, y los ayuntamientos tendrán que recoger las prendas usadas en receptáculos propios.
En las últimas dos décadas se ha triplicado en la Unión Europea la exportación de ropa usada, desde 550.000 toneladas en 2000 hasta casi 1,7 millones al año en 2019″
Según cifras publicadas a principios de 2023 por la Agencia Europea del Medioambiente (EEA), en las últimas dos décadas se ha triplicado en la Unión Europea (UE) la exportación de ropa usada, desde 550.000 toneladas en 2000 hasta casi 1,7 millones al año en 2019.
Esto implica un promedio de 3,8 kilogramos por persona y por año. En España se generan anualmente cerca de un millón de toneladas de residuos textiles, la mayoría procedentes de prendas desechadas a las que se puede dar una segunda vida.
Pero, según datos de comercio exterior del Ministerio de Hacienda a los que Greenpeace ha accedido, entre julio de 2022 y junio de 2023 España exportó solamente 131.900 toneladas de residuos textiles.
Los mayores importadores de estos bienes fueron Emiratos Árabes Unidos (37.814 toneladas), Marruecos (23.978 toneladas) y Pakistán (13.898 toneladas). Desde Emiratos y Pakistán, centros del comercio internacional de ropa, se reexportan a menudo a otros países.
Con información de El País
Foto tomada de EFE
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