Doce comunidades indígenas y campesinas de Oaxaca destinan una superficie superior a las 27 mil hectáreas de sus espesos bosques para la captura de dióxido de carbono (CO2), arrojado a la atmósfera por la industria, lo que permite mitigar el efecto invernadero, que es una de las principales causas del cambio climático.
Las comunidades zapotecas, chinantecas, mixtecas, mixes y chatinas, poseedoras de bosque mesófilo de montaña o bosque de niebla, desde hace dos décadas fundaron la Integradora de Comunidades Indígenas y Campesinas de Oaxaca (Icico), su espíritu emprendedor los animó a incursionar voluntariamente en el mercado de bonos de carbono.
Carlos Marcelo Pérez, coordinador técnico y uno de los fundadores de la integradora, expuso que esta organización es única en el país -e incluso a nivel Latinoamérica- a partir de la participación de pueblos originarios y formas de gobierno.
Detalló que tuvieron que transcurrir cientos de asambleas comunitarias del año 2000 a 2008 para que empezaran a vender sus primeros bonos, y fue hasta 2020 cuando salieron a ofrecer el resultado de su trabajo a los mercados internacionales.
La integradora comunal tiene entre sus compradores a las empresas Estafeta, Uber Planet, Disney, Scania de México, Reconecta Pronatura, Comunal AUDI, Laboratorios Chinoin y Cool Effect Inc, de California, Estados Unidos, Tec de Monterrey, Universidad Duke, de Durham, Carolina del Norte, además de la ciudad de Palo Alto, California, donde se encuentra Silicon Valley, meca de muchas empresas de tecnología.
En octubre pasado, lograron la tercera venta internacional cuando obtuvieron 40 millones de pesos.
La superficie de bosques dedicados a la venta de bonos de carbono, de la Sierra Norte y Sur, Costa y Valles Centrales, equivale a 285 kilómetros cuadrados, comparable con la quinta parte del territorio de Ciudad de México”, reveló Carlos Marcelo.
Rosendo Pérez Antonio, encargado de relaciones internacionales de Icico, los bonos de carbón son certificados intangibles que ‘compran’ industriales, gobiernos, asociaciones civiles y particulares conscientes de que sus actividades productivas generan emisiones contaminantes, separan una parte de sus ganancias para compensar esa liberación de CO2”.
Por normatividad, los bonos se invierten a favor de proyectos como reforestación, restauración o conservación de bosques, flora y fauna, prevenir y combatir incendios y plagas, entre otras tareas de manejo forestal que involucran a mujeres y hombres en la noble tarea de mantener las montañas siempre verdes, renovadas y fecundas.
Las comunidades unidas en la Integradora son San Bartolomé Loxicha, Santa María Tlahuitoltepec, San Juan Metaltepec, San Miguel Maninaltepec, San Juan Yagila, Santiago Teotlaxco, Santa María Zoogochi, Santiago Xiacuí, La Trinidad Ixtlán, Capulálpam de Méndez, Santa María Peñoles y San Juan Lachao.
Las comunidades de Oaxaca llegan a vender sus bonos de carbono hasta en 14 dólares por tonelada de carbono capturada, mientras que en otras regiones de América Latina sólo se paga entre 2 y 3 dólares por tonelada.
Con información de Excélsior
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