El fenómeno natural cíclico de El Niño ha llevado a que, en México y otros países, las presas se encuentren en mínimos, los ríos desaparezcan o su caudal se reduzca de manera alarmante, los incendios consuman extensiones pasmosas de cubierta forestal y las actividades agropecuarias resientan enormes pérdidas.
Un ejemplo de esto es la cuenca en donde se encontraba la extinta laguna de Zumpango, ubicada en el Estado de México.
En la Ciudad de México, miles de ciudadanos de las colonias más afectadas por los recortes, quedan a expensas de empresas abusivas que exigen cifras irracionales por el servicio de pipas de agua; es decir, las personas más vulnerables son las que enfrentan mayores costos por la escasez, según publica La Jornada hoy en su artículo Editorial.
Acciones para enfrentar el problema
El artículo refiere que este problema se podría enfrentar con el aprovechamiento del agua de lluvia, la cual es idónea para el riego de jardines, lavado de autos, inodoros, entre otros usos en los que podría prescindirse del agua potable sin riesgo alguno para la salud. Pero el grueso del líquido no se destina al consumo directo, sino a la agricultura y la industria.
Señala que en México y en el mundo se ha llegado a un punto en que es imposible voltear la mirada hacia otra parte, pues el manejo del agua es, de la manera más literal e inmediata, un asunto de vida o muerte.
Y en México se requiere la voluntad política y social para rescatar este recurso; reconociendo que el estrés hídrico es un desafío a la seguridad y la supervivencia nacionales, deben desplegarse medidas legislativas y ejecutivas de infraestructura, concientización, racionalización, investigación y redistribución que eviten un colapso irreversible e inevitablemente catastrófico.
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