El Observatorio de Conflicto y Ambiente (CEOBS, por sus siglas en inglés), ONG británica, compartió un balance de los daños ambientales y contaminación a causa de la guerra en Ucrania identificando por lo menos cinco categorías.
Las consecuencias son daños en las instalaciones industriales y energéticas, como ocurrió en la metalúrgica Azovstal, que fue el último bastión de los militantes ucranianos en la ciudad de Mariúpol, en mayo de 2022.
Los bombardeos destruyeron las pilas en las que se guardaba el agua contaminada de residuos tóxicos y también las plantas de agua potable.
Además, hay riesgos nucleares por la militarización de las plantas atómicas, como la de Zaporizhia. El aire también se ha contaminado por los bombardeos y el manejo de desechos, que quedaron tras la devastación de pueblos enteros; se han perdido cientos de hectáreas de tierras cultivables a causa por ejemplo de las minas antipersona. Además, la destrucción de infraestructura también ha contaminado el agua potable y las zonas costeras.
EcoAction
Esta organización registró al menos 1.549 casos de daños ambientales en Ucrania, desde que comenzó la guerra hasta diciembre de 2023. Las regiones más afectadas son Járkiv, Dnipro, Mykolaiv y Jersón.
Hasta la fecha, el evento individual de mayor impacto ambiental en Ucrania ha sido el colapso de la presa de Nova Kakhovka, ubicada sobre el río Dniéper. El 6 de junio de 2023 se cayó el muro de contención del embalse y se liberaron 18 kilómetros cúbicos de agua a toda velocidad.
Eso significó que, aguas abajo, el caudal arrasara con todos los ecosistemas a su paso. Más de 120 kilómetros cuadrados de bosque quedaron inundados solo en la región de Jersón.
Fueron tantas las especies que se perdieron, que solo en el distrito de Krívoi Rog se recolectaron casi 900 kilos de peces muertos. Allí, la falta de agua se convirtió en un problema, pues el 80% de su recurso potable era de las reservas de Kakhovka, como dijo en su momento Evgen Sytnychenko, el líder de la Administración local.
La contaminación química fue otra consecuencia. Los sedimentos del río Dniéper podrían contener elementos tóxicos como metales pesados, aceites de maquinaria, petróleo, pesticidas y fertilizantes; y desde que la presa se rompió, estas sustancias se liberaron. El Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA) habla de 54 puntos críticos de contaminación.
El organismo añadió que, además, el desastre dejó más de dos millones de metros cúbicos de residuos: el equivalente a 800 piscinas olímpicas llenas de basura.
Aguas arriba de la presa, se afectó la central nuclear de Zaporizhia pues bajaron los niveles de los recursos hídricos, que servían para refrigerar la planta atómica.
Por eso es que Ucrania responsabiliza a Rusia de un ecocidio por el colapso de la presa de Nova Kakhovka.
Huella de carbono de los Ejércitos
La contaminación no solo proviene de los ataques. La guerra en sí contamina y, sin embargo, ningún acuerdo internacional ha incluido mecanismos para contabilizar su huella de carbono.
Hay científicos que intentan medir el impacto de manera independiente. Un reporte de la ong británica CEOBS publicado en noviembre de 2022 afirma que, si los ejércitos fueran un país, serían el cuarto más contaminante del mundo. Ya que producen el 5,5% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta.
Durante la guerra en Ucrania se han aumentado tanto los gases contaminantes que fueron más que lo que produce un país altamente industrializado como Bélgica, que a su vez es el séptimo mayor productor de gases de efecto invernadero dentro de la Unión Europea.
EcoAction calculó que, en los primeros 18 meses del conflicto armado, Ucrania produjo cerca de 150 millones de dióxido de carbono equivalente (tCO2e). Mientras que el cálculo para Bélgica fue de 124 millones para 2019, según el Espacio Económico Europeo.
Con información de France24
Foto: AP
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