Hoy en día es fácil entender como la industria de los plásticos, el fast fashion o la industria petrolera contaminan el medio ambiente. Es fácil entenderlo porque podemos ver este daño físicamente: podemos ver los vertederos de ropa en diferentes partes del mundo, podemos ver los plásticos flotando en el océano, etc. Pero, ¿qué sucede con aquello que no podemos ver? Y es más, ¿qué sucede con aquello que quizá y apenas podemos entender?
Este es el caso de los data centers o centros de datos y su impacto ambiental.
¿Qué son los centros de datos y cómo impactan al medio ambiente?
Un centro de datos es una instalación física que las organizaciones utilizan para albergar sus aplicaciones y datos críticos. El diseño de un centro de datos se basa en una red de recursos informáticos y de almacenamiento que permiten la entrega de aplicaciones y datos compartidos. Los componentes clave del diseño de un centro de datos incluyen enrutadores, conmutadores, firewalls, sistemas de almacenamiento, servidores y controladores de entrega de aplicaciones.
Los centros de datos son ubicaciones concentradas que albergan cientos de bancos de servidores y equipos de redes. Procesan cantidades exponenciales de información y, en un día cualquiera, decenas de millones de servidores en los más de 7,2 millones de centros de datos de todo el mundo ejecutan aplicaciones para cientos de miles de clientes en todo el mundo.
Los centros de datos tienen un enorme impacto en el mundo en el que vivimos. Hoy en día representan el 3% del suministro eléctrico mundial y consumen más energía que todo el Reino Unido, para dar un ejemplo. Los centros de datos también contribuyen con el 2% del total de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Los desechos electrónicos, también conocidos como E-Waste, cuentan como otro de los impactos de la actividad de actualización del centro de datos. Según un informe reciente de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, los desechos electrónicos en general representan el 2% de los desechos sólidos y el 70% de los desechos tóxicos.
Los centros de datos manejan casi toda la información que fluye a través de computadoras portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes y otros dispositivos digitales. Este uso de energía incluye no sólo los dispositivos personales en sí, sino todo lo que consumen los centros para alimentarlos. Además de la infraestructura para respaldar toda esta actividad digital, los centros de datos también necesitan equipos de refrigeración para gestionar el calor generado.
¿Un mal necesario?
Si bien el desarrollo de los grandes centros de datos ha demostrado ser sumamente beneficioso para las empresas y la economía global, al mismo tiempo que ayuda a miles de millones de personas a trabajar y entretenerse, está cobrando un enorme precio al medio ambiente. Se necesitan enormes cantidades de electricidad para alimentar los millones de servidores y hacer funcionar los sistemas de refrigeración que eliminan la inmensa cantidad de calor generado por los procesadores.
Dado que aproximadamente el 62% del suministro de electricidad mundial proviene de la quema de combustibles fósiles, principalmente carbón y gas natural, la producción de electricidad genera la segunda mayor proporción de emisiones de gases de efecto invernadero, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Por otro lado, estas instalaciones son grandes consumidoras de baterías que requieren la extracción de metales pesados como el plomo. Otras fuentes comunes de contaminación de los centros de datos incluyen los generadores diésel y los desechos electrónicos. Al igual que con las preocupaciones más centrales de alimentar servidores y sistemas de refrigeración, la gravedad de estos problemas ambientales depende de la eficiencia con la que funcione el centro de datos.
¿Cómo cambiar?
Uno de los aspectos más importantes para tomar un rumbo diferente es el reconocer la participación de los centros de datos en la crisis climática, y así poder hacer responsables a las empresas que los manejan. Considerando que empresas como Google, IBM, Meta y Microsoft priman por la innovación, entonces también son capaces de innovar a través de una manera de operar que no sea tan dañina para el medio ambiente.
Un ejemplo podría ser cambiar sus sistemas de refrigeración. Esto se podría implementar ya que existen algunos sistemas de refrigeración que utilizan refrigerantes tóxicos con potencial de calentamiento global. Esto se da en franco contraste con los sistemas de refrigeración líquida que utilizan materiales respetuosos con el medio ambiente.
La realidad es que debemos de entender que todos contribuimos a la crisis climática, pero existen entidades que se enriquecen todavía más a través de no reconocer el daño que hacen. Y en una época en la que como usuarios somos capaces de exigir más a las compañías, el tener esta información es una herramienta poderosa.
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