Los pueblos no contactados representan no solo culturas únicas, sino guardianes involuntarios de los últimos bosques primarios del planeta. Un informe reciente de Survival International, presentado junto a Richard Gere en Londres, advierte que 196 pueblos aislados están al borde de la desaparición. Casi la mitad podría desaparecer en solo diez años si no se protege su territorio.
El 95 % de estos pueblos vive en la Amazonia, donde la tala, la minería y la ganadería avanzan sobre selvas intactas. La deforestación amenaza 23,7 millones de hectáreas en los próximos cinco años, lo que afectaría la captura de 2.940 millones de toneladas de carbono. Estos pueblos no solo resguardan la biodiversidad, sino también contribuyen al equilibrio climático global.
Además de la presión extractiva, estas comunidades enfrentan amenazas de bandas armadas, narcotráfico, misioneros que buscan forzar conversiones y turismo irresponsable. Cada irrupción conlleva riesgos mortales: enfermedades desconocidas, desplazamientos forzados y pérdida irreversible de conocimientos ecológicos.
Los pueblos aislados se muestran autosuficientes y sostenibles, viviendo sin contacto con el mundo exterior. La protección de sus territorios asegura no solo su supervivencia, sino también la preservación de bosques que regulan el clima y sostienen la biodiversidad. Sin estas comunidades, los ecosistemas amazónicos y otros bosques primarios estarían en riesgo de colapso.
El informe de Survival International advierte que actividades como la minería de níquel para baterías de vehículos eléctricos amenazan a pueblos en Indonesia, mientras que la expansión agroindustrial y proyectos de infraestructura ponen en peligro a comunidades sudamericanas. Incluso influenciadores y misioneros que buscan contacto para lucro o conversión representan un riesgo significativo.
Entre las recomendaciones urgentes: establecer zonas de protección estricta, prohibir la explotación de recursos en territorios indígenas, aplicar sanciones por contacto no autorizado y fomentar la cooperación internacional para vigilancia satelital y control ambiental. La organización subraya que empresas y gobiernos deben reconocer los derechos territoriales y garantizar cadenas de suministro libres de materiales de zonas protegidas.
Líderes indígenas, como Herlín Odicio de los Kakataibo, advierten que sin protección, su selva y cultura desaparecerán. La Amazonia genera cerca del 20 % del oxígeno global, y estas comunidades son guardianes activos del equilibrio ecológico. Richard Gere enfatizó que protegerlas no es solo un asunto humanitario, sino un compromiso con la supervivencia de la humanidad.
El riesgo es claro: si los pueblos aislados desaparecen, se perderán no solo culturas, sino conocimientos ecológicos milenarios que podrían ser esenciales frente a la crisis climática. Sus territorios conservados son laboratorios naturales que mantienen la biodiversidad, almacenan carbono y regulan el ciclo del agua.
La protección de estos pueblos representa un acto de justicia ambiental, donde la supervivencia humana y la conservación del planeta van de la mano. Survival International concluye que sin acción inmediata, estas comunidades y sus selvas desaparecerán, dejando al mundo sin sus últimos guardianes naturales.
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