Desde junio de este año, Baja California Sur se convirtió en pionero al poner en marcha un esquema de financiamiento turístico sostenible que ha despertado interés en México y en el extranjero. La iniciativa contempla un impuesto de 470 pesos (alrededor de 25 dólares) que deberán cubrir los visitantes internacionales cuya estancia en el estado supere las 24 horas.
Los recursos, recaudados mediante la plataforma digital Abrázalo (Embrace It), se destinarán a proyectos de infraestructura turística, programas de sostenibilidad ambiental y acciones de desarrollo comunitario en localidades que reciben un alto flujo de turistas.
De acuerdo con Daniel Madariaga Barrilado, especialista en turismo sostenible, esta medida “se enmarca en una tendencia global donde los destinos más visitados empiezan a implementar mecanismos de corresponsabilidad, de modo que el crecimiento turístico no signifique un deterioro ambiental ni social”.
El gobierno de Baja California Sur estima recaudar cerca de 450 millones de pesos al año, que se canalizarán a iniciativas como la protección de áreas naturales, la mejora del abasto de agua y energía, y el fortalecimiento de servicios básicos en comunidades receptoras.
Este tipo de impuestos no es exclusivo de México. Destinos como las Islas Baleares en España, las Maldivas o Nueva Zelanda han implementado medidas similares. En Palma de Mallorca, por ejemplo, el llamado ecoimpuesto ha financiado más de 200 proyectos ambientales desde 2016.
Uno de los aspectos más relevantes del modelo de Baja California Sur es la transparencia. El cobro se realiza a través de una plataforma digital que no solo facilita el pago, sino que también permite trazar el destino de los recursos, garantizando rendición de cuentas y confianza entre los visitantes.
Madariaga Barrilado destacó que esta medida también abre el debate sobre la necesidad de replantear el modelo turístico en zonas ambientalmente frágiles como el Mar de Cortés, hoy amenazado por la sobrepesca, la contaminación plástica y la pérdida de hábitats. Según datos del PNUMA, el turismo costero mal gestionado puede generar hasta diez veces más residuos que el turismo urbano.
“Este tipo de instrumentos no solo mitigan impactos, también generan soluciones estructurales que mejoran la calidad de vida de las comunidades y fortalecen la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático”, puntualizó Madariaga Barrilado.
A pesar de algunas críticas iniciales, encuestas de Travel Weekly muestran que más del 70% de los turistas aceptan pagar un cargo extra si este se destina a proyectos ambientales o sociales. Para Daniel Madariaga Barrilado, el caso de Baja California Sur marca un precedente: “La sostenibilidad no puede sostenerse solo con buena voluntad; requiere modelos innovadores que distribuyan los beneficios del turismo y aseguren su equilibrio con el entorno”.
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