Tropical forest in the mist, Monteverde cloud forest, Costa Rica
Entre el impacto negativo que solemos tener en el medio ambiente, vale la pena reflexionar sobre las iniciativas que pueden aminorar un poco este daño. El Global Risks Report de este año del Foro Económico Mundial clasificó la “pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas” como uno de los tres riesgos más graves que las sociedades enfrentarán en los próximos diez años, junto con el “clima extremo” y el “cambio crítico en los sistemas de la Tierra” causado por la crisis climática.
¿Y ahora qué sigue?
Existe un plan para abordar esta amenaza. En 2022, 196 países adoptaron el Marco Mundial de Diversidad Biológica de Kunming-Montreal, acordando detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030 y garantizar que los recursos naturales se utilicen de manera sostenible para 2050. Sin embargo, existe una brecha de financiamiento estimada de 598 mil MDD a 824 mil MDD entre el gasto anual actual en conservación y restauración y lo que se necesita para alcanzar los objetivos del marco. Las finanzas y las políticas públicas pueden ayudar a cerrar esta brecha; por ejemplo, los gobiernos podrían reducir los impuestos para las tecnologías verdes y redirigir los subsidios de las actividades que son dañinas para el medio ambiente a otras que son más sostenibles. Pero también se necesita una nueva fuente de financiamiento.
Los créditos de biodiversidad son un mecanismo, destacado por el Marco Mundial para la Diversidad Biológica, que podría ayudar a generar fondos del sector privado y garantizar que esos fondos paguen por logros demostrables de conservación y restauración. Al comprar estos créditos, que se utilizarían para financiar ciertos proyectos, las empresas podrían lograr cualquiera de estos tres objetivos:
¿Cómo se ha avanzado hasta ahora?
Algunas empresas ya están haciendo promesas no sólo de minimizar su impacto sobre la naturaleza, sino también de mejorar los ecosistemas y enriquecer la biodiversidad; en otras palabras, de impactar positivamente en la naturaleza.
Por otro lado, en varios países, entre ellos Colombia, Alemania, India, Francia e Inglaterra, están surgiendo mercados obligatorios de créditos de biodiversidad (en los que las empresas que dañan el medio ambiente están obligadas por ley a comprar créditos). Pero –como lo han dejado en claro los fracasos de los mercados de créditos de carbono– para que los mercados de créditos de biodiversidad crezcan y logren lo que se necesita, deben construirse de la manera correcta y deben funcionar de la manera correcta.
El enigma de los créditos de carbono
Para la mayoría de las personas que trabajan en cuestiones relacionadas con el medio ambiente, mencionar la palabra «créditos» trae a la mente créditos de carbono.
Los mercados de créditos de carbono generalmente implican proyectos de compensación de carbono, que prometen reducciones de emisiones en un lugar (a menudo mediante la plantación de árboles para absorber dióxido de carbono, o mediante la protección de bosques existentes que actúan como sumideros de carbono) para compensar la emisión de CO2 en otro lugar. Sin embargo, a pesar de su promesa de ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los mercados de créditos de carbono se han topado con problemas
La realidad es que los métodos para compensar las emisiones de carbono pueden ser tan complicados que terminan dando una ilusión de una huella que se borra cuando en realidad no es así. La única emisión que puede no existir de esa forma es la que nunca se generó en primer lugar. Esta es una verdad que los créditos de carbono parecen querer reemplazar.
Sin embargo, los mercados de créditos de carbono están evolucionando ráidamente y muchos de sus problemas podrían resolverse en el futuro. Además, lamentablemente, los mercados de créditos de biodiversidad bien diseñados —que ayudan a fortalecer los derechos y las voces de los pueblos indígenas y las comunidades locales— no funcionarían de la misma manera que los mercados de créditos de carbono actuales.
De hecho, para que los créditos de biodiversidad impulsen el flujo de dinero hacia la conservación y la restauración que se necesita —y para que el trabajo sobre el terreno sea eficaz— los gobiernos y las empresas que establezcan mercados de créditos de biodiversidad deben asegurarse de evitar los problemas que han surgido con los mercados de créditos de carbono. También tendrán que asegurarse de que se den las condiciones necesarias para que los mercados de créditos de biodiversidad funcionen eficazmente.
Las empresas que compran créditos de biodiversidad deberían verlos como una forma de canalizar fondos hacia iniciativas de conservación y restauración a largo plazo, en lugar de como algo que pueden vender rápidamente a otra empresa para obtener ganancias.
Además, una tonelada de CO2 tendrá el mismo impacto dondequiera que se libere, mientras que los efectos del daño a la biodiversidad son enormemente variables según la ubicación precisa. Si una empresa afecta negativamente a una selva tropical en Brasil, por ejemplo, los créditos de biodiversidad que compre para compensar ese daño deberán financiar una conservación y restauración equivalente en el mismo ecosistema.
Es por eso que las empresas deben hacer mucho más que solo comprar créditos de carbono para hacer un impacto positivo en el medio ambiente (y para compensar su propia huella ambiental) y, si son impulsados correctamente, los créditos de la biodiversidad podrían ser una excelente herramienta para ello.
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