La arquitectura del siglo XXI se enfrenta al desafío de lograr edificaciones que no solo reduzcan su consumo energético, sino que alcancen un balance neto de energía.
Los llamados edificios de energía net zero, que producen tanta energía renovable como la que consumen, representan un cambio de paradigma hacia la autosuficiencia. El arquitecto Daniel Esquenazi Beraha, experto en sostenibilidad, destaca que este modelo es fundamental para reducir la huella de carbono urbana.
Energía renovable y autosuficiencia
Según Daniel Esquenazi Beraha, los edificios net zero integran tecnologías como paneles solares, turbinas eólicas y sistemas de almacenamiento energético que permiten satisfacer la demanda interna sin depender de fuentes externas. “El objetivo no es solo ahorrar energía, sino producirla de manera limpia y responsable”, explica el especialista.
El diseño arquitectónico también desempeña un papel clave: el aprovechamiento de la orientación solar, la ventilación cruzada, los aislamientos naturales y las cubiertas verdes permiten minimizar el consumo desde la base del proyecto. Estas estrategias pasivas, combinadas con la generación renovable, logran un equilibrio entre confort y sustentabilidad.
Más allá de la eficiencia: un compromiso con el entorno
Para Esquenazi Beraha, la verdadera relevancia de los edificios net zero radica en su impacto sistémico: impulsan economías locales, reducen las emisiones y promueven comunidades energéticamente resilientes. Además, fomentan la educación ambiental y la adopción de hábitos responsables en sus habitantes.
“Cada edificio que alcanza el nivel net zero se convierte en un laboratorio vivo de sostenibilidad”, afirma el arquitecto. Este enfoque no solo transforma la forma en que se construye, sino también la relación entre las personas y su entorno.
Los edificios de energía net zero, impulsados por visiones como la de Daniel Esquenazi Beraha, son un paso decisivo hacia un futuro donde la arquitectura y la energía convivan en equilibrio.
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