A pesar del papel vital de los bosques para la estabilidad climática, la biodiversidad y los medios de vida, los datos indican que la pérdida de bosques se está acelerando. En 2024, las regiones tropicales perdieron una cifra récord de 6,7 millones de hectáreas de selva tropical primaria, un aumento del 80% con respecto al año anterior. Esto generó emisiones de gases de efecto invernadero aproximadamente equivalentes a las emisiones derivadas del uso de combustibles fósiles en toda la India. Gran parte de esta pérdida se debió a los incendios, que en los trópicos suelen iniciarse para despejar tierras con fines agrícolas.
Investigadores del laboratorio de la Universidad de Maryland utilizaron imágenes satelitales para rastrear los cambios en la cobertura forestal. Los datos están disponibles públicamente en la plataforma Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales.
Por primera vez desde que se comenzaron a llevar registros, los incendios (y no la agricultura), fueron la principal causa de pérdida de selva tropical, representando casi la mitad de toda la destrucción. Dichos incendios emitieron 4,1 gigatoneladas de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, lo que equivale a más de cuatro veces las emisiones de los viajes aéreos en 2023, según los investigadores.
Si esta tendencia continúa, podría transformar permanentemente áreas naturales críticas y liberar grandes cantidades de carbono, intensificando el cambio climático y alimentando incendios aún más extremos.
Los bosques realizan una gran labor para almacenar dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero que impulsa el cambio climático. A nivel mundial, se cree que los bosques absorben de la atmósfera más de una cuarta parte de las emisiones de carbono de las actividades humanas cada año. Los bosques tropicales intactos son especialmente eficaces para almacenar carbono.
Brasil, que posee la mayor superficie de bosque tropical, representó el 42% de la pérdida total de bosque primario tropical en 2024, según los datos. Los incendios alimentados por la peor sequía registrada causaron el 66 % de esa pérdida, un aumento de más de seis veces con respecto a 2023. En Bolivia, la pérdida de bosques casi se triplicó, ya que los incendios inicialmente provocados para despejar tierras para la agricultura se convirtieron en enormes incendios forestales debido a la intensa sequía.
La República Democrática del Congo y la República del Congo también registraron sus niveles más altos de pérdida de bosques registrados, impulsados por condiciones inusualmente cálidas y secas. Al igual que la selva amazónica, La cuenca del Congo desempeña un papel crucial en la captura del carbono mundial.
La deforestación en la República Democrática del Congo se ha visto impulsada por la pobreza y la profunda dependencia de los bosques para obtener alimentos y energía, así como por los conflictos y la inestabilidad persistentes, afirmó Teodyl Nkuintchua, del Instituto de Recursos Mundiales de África.
En 2021, más de 140 países acordaron detener y revertir la pérdida mundial de bosques para 2030. Pero de los 20 países con la mayor superficie de bosques primarios, 17 tienen mayores pérdidas hoy que cuando se firmó el acuerdo, dijeron los investigadores.
Los bosques tropicales solían ser demasiado húmedos para quemarse, pero a medida que el clima se ha calentado y los bosques se degradan debido a la actividad humana, ha aumentado el riesgo de incendio.
Los bosques son cruciales para nuestras economías: después de los océanos, son los mayores sumideros de carbono y más de mil millones de personas en todo el mundo dependen de ellos para su sustento. Sin embargo, como muestra el nuevo informe, los esfuerzos actuales no son suficientes para salvaguardar estos recursos naturales vitales. Esto es profundamente preocupante y, de continuar esta tendencia, bosques vitales como la Amazonia alcanzarán un punto de inflexión irreversible que podría cambiar la faz del planeta. Además, haría imposible limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Apesar de algunos avances, los gobiernos han avanzado poco en sus compromisos de combatir la deforestación. Es imperativo que terminemos de entender colectivamente que nuestras acciones ya no son de una prevención de crisis, sino de control de daños para no terminar, literalmente, con la posibilidad de vida humana en el planeta.
Las naciones ricas del mundo, en particular, aún no han cumplido sus promesas de brindar apoyo financiero para medidas de apoyo a los bosques tropicales. Los fondos están, simplemente las autoridades no deciden destinarlos a lo que de verdad importa. ¿Qué estamos esperando?
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