El desperdicio de alimentos es uno de los problemas ambientales, económicos y sociales más grandes a nivel mundial. La Organización de las Naciones para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó un estudio sobre la inseguridad alimentaria en América Latina y enfatiza que la población que padece hambre en la región tuvo un incremento mayor que otros lugares en el mundo en el periodo de 2019-2021. Podría considerarse una emergencia mundial.
Y a pesar de que este periodo ha sido caracterizado por múltiples turbulencias ambientales, políticas y sociales que han alterado la vida en casi todos los rincones del mundo, es importante enfocar atención a esta problemática.
El desperdicio de alimentos ocurre a lo largo de todo el espectro de la producción, desde la granja o el campo hasta la distribución, los minoristas y el consumidor. Las razones incluyen pérdidas por moho, plagas o control climático inadecuado; pérdidas por cocinar; y desperdicio intencional de alimentos.
Estos residuos se clasifican de forma diferente según el lugar donde se produzcan y existen diferencias entre la pérdida y el desperdicio:
¿Cómo se da la pérdida y desperdicio de alimentos?
La pérdida de alimentos suele ocurrir en las explotaciones agrícolas, los almacenes o el transporte.
Mientras que el desperdicio alimentario suele ocurrir en los locales comerciales y en el hogar
Comercios: Las causas del desperdicio de alimentos en el comercio minorista se relacionan con una vida útil limitada, la necesidad de que los productos alimenticios cumplan las normas estéticas en términos de color, forma y tamaño, y la variabilidad de la demanda.
El hogar: Por otro lado, el desperdicio a nivel del consumidor se debe a menudo a una mala planificación de las compras y las comidas, un exceso de compra (influido por porciones y tamaños de envases demasiado grandes), confusión sobre las etiquetas (fechas de consumo preferente y de caducidad) y un almacenamiento inadecuado en el hogar.
Existen muchas razones por las que el desperdicio de alimentos es una problemática que converge diferentes áreas de estudio y de la vida pública.
Socialmente, el desperdicio de alimentos es preocupante debido a las millones de personas que padecen hambre en el mundo. El número de personas que necesitan ayuda urgente en materia de alimentos aumentó por cuarto año consecutivo en 2022, con más de 250 millones de personas que padecen hambre aguda y habitantes de siete países al borde de la inanición. El informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI) determinó que aproximadamente 735 millones de personas pasan hambre en el mundo.
De manera que no solo es el hecho de que producir suficiente alimento para todos los habitantes del mundo sea un reto, sino que, aunque fuera posible, es probable que mucho de ello se siguiera tirando a la basura.
Por otro lado, en términos ambientales el desperdicio de alimentos representa una amenaza ya que la descomposición de los residuos de alimentos produce metano, un fuerte gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático. Se estima que alrededor del mundo un tercio de los alimentos producidos se tiran sin consumirse, lo que supone una mayor carga para el medio ambiente. Se ha estimado que si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer país con más emisiones de carbono del mundo.
Al mismo tiempo es un gran problema económico pues los recursos invertidos en hacer los alimentos disponibles para consumo aunado con los recursos que se necesitan para, posteriormente, disponer de ellos son una alocación ilógica de recursos. Si el desperdicio fuera menor, estos recursos se podrían utilizar para alimentar a quiénes padecen hambre.
Algunas iniciativas útiles para reducir el desperdicio de alimentos es inicia mejorando el desarrollo de productos, aunado por un almacenamiento más efectivo, la compra más estratégica (que a su vez ayuda a nuestros bolsillos), el marketing, el etiquetado y los métodos de cocción.
Algunas maneras útiles para recuperar el desperdicio de alimentos dándoles una “segunda vida” es conectando a posibles donantes de alimentos con organizaciones de lucha contra el hambre, como bancos de alimentos y despensas al igual que comedores comunitarios.
Por último (y quizá una de las más importantes) es saber reciclar residuos de alimentos para alimentar a los animales o para crear abono, bioenergía y fertilizantes naturales. Éste es uno de los pasos esenciales ya que también reduciría la emisión de gases peligrosos a la atmósfera.
Como consumidores tenemos una responsabilidad importante en reducir el desperdicio de alimentos a través de un consumo responsable en nuestros hogares y una compra consciente intentando evitar caer en trampas de marketing para que consumamos más.
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