Los peligros son graves para los animales salvajes, como pájaros, ardillas, ranas y peces. Durante las explosiones de fuegos artificiales, las aves que se encuentran descansando cerca huyen asustadas en masa de los árboles y estanques y se lanzan al cielo nocturno.
Algunas aves han volado tan lejos en el mar que no habrían podido regresar a tierra con vida. Miles de aves pueden chocar contra edificios, perderse y desorientarse y literalmente caerse, sobre las comunidades.
Debido a que los fuegos artificiales se lanzan por la noche, es difícil documentar en su totalidad los efectos que tienen sobre los animales salvajes. Los investigadores estiman que millones de aves se ven afectadas en todo el mundo y que los resultados perduran después de que el humo desaparece. Un ejemplo de ello es que algunos estudios han demostrado que los ruidos fuertes pueden hacer que los vasos dorsales de las orugas (el equivalente a un corazón en los insectos) latan más rápido y que los pájaros azules tengan menos crías.
Los animales utilizan el sonido por diversas razones, como navegar, buscar comida, atraer parejas y evitar depredadores. La contaminación acústica les dificulta realizar estas tareas, lo que afecta a su capacidad de supervivencia.
El aumento del ruido no solo afecta a los animales terrestres, sino que también es un problema creciente para los que viven en el océano. Los barcos, las perforaciones petroleras, los dispositivos de sonar y las pruebas sísmicas han hecho que el ambiente marino, que antes era tranquilo, se vuelva ruidoso y caótico. Las ballenas y los delfines se ven especialmente afectados por la contaminación acústica. Estos mamíferos marinos dependen de la ecolocalización para comunicarse, navegar, alimentarse y encontrar pareja, y el exceso de ruido interfiere en su capacidad de ecolocalización eficaz.
Tanto los gatos como los perros perciben los sonidos con mucha mayor intensidad que los humanos. Los fuegos artificiales les parecen un ruido discordante y aterrador. Esto se debe a que el sentido del oído en los perros y gatos es mucho más potente que el de los seres humanos.
Los perros son capaces de oír sonidos cuatro veces más lejanos que los que puede percibir el oído humano. Además, sus oídos están mejor diseñados para captar más ondas sonoras disponibles. Tienen 15 músculos diferentes que mueven sus oídos en todas las direcciones. Por otro lado, los gatos pueden oír en un rango de aproximadamente 10,5 octavas (uno de los más amplios para cualquier mamífero, incluidos los perros). En cambio, los humanos oímos alrededor de 9,3 octavas.
Los animales que se asustan cuando escuchan fuegos artificiales y se despiertan del sueño o se sobresaltan de un estado de relajación se esconden, caminan de un lado a otro, se sacuden, lloran o huyen, incapaces de procesar lo que está sucediendo o de encontrar un refugio seguro.
Por otro lado, las respuestas innatas de miedo de los caballos pueden tomar el control cuando escuchan fuegos artificiales. Los caballos asustados pueden herir accidentalmente a las personas que intentan manipularlos y consolarlos. Los transeúntes también pueden resultar heridos cuando los caballos salen disparados por miedo.
En primavera y principios de verano, cuando animales como pájaros y ardillas están anidando o en las primeras etapas de la crianza de sus crías, los riesgos son aún mayores. Las crías mueren de deshidratación o de hambre cuando sus padres, aterrorizados o desorientados, no pueden encontrar el camino de regreso a sus nidos y madrigueras. Estas muertes dolorosas son particularmente trágicas porque son completamente evitables.
Quizá a estas alturas podemos concluir que el daño que el ruido de los fuegos artificiales tradicionales ocasiona a los animales es demasiado grande para ser simplemente una diversión para las personas que deciden usarlos. Y hoy en día ya existen alternativas menos disruptivas para la naturaleza. Una de ellas son los fuegos artificiales silenciosos.
Los fuegos artificiales silenciosos son aquellos que emiten un nivel de ruido bajo en comparación con los fuegos artificiales estándar. Es importante tener en cuenta que todos los fuegos artificiales producen algún grado de ruido cuando se utilizan, ya sea un silbido o un estallido silencioso. Sin embargo, los fuegos artificiales de bajo ruido son buenas alternativas para quienes desean realizar un gran espectáculo con el mínimo ruido.
Un ejemplo son los fuegos artificiales públicos en el Reino Unido, que están limitados a 120 db, mientras que los espectáculos profesionales pueden alcanzar los 175 db. Asimismo, los fuegos artificiales silenciosos suelen tener un nivel de ruido más bajo, de entre 70 db y 90 db. Puede que esto no parezca una gran disminución del sonido al principio, pero los decibeles son logarítmicos. Esto quiere decir que por cada aumento de diez decibeles, los ruidos son en realidad diez veces más fuertes.
Por otro lado, los fuegos artificiales silenciosos se fabrican con una cantidad reducida de pólvora destellante y esto reduce el nivel de ruido que producen. La pólvora detonante es una sustancia química que se obtiene a partir de la mezcla de oxidante y combustible metálico y es responsable del fuerte estruendo que producen los fuegos artificiales.
En lugar de centrarse en los ruidos fuertes, los fuegos artificiales de bajo ruido se centran en mostrar efectos coloridos y emocionantes. Esto es una prueba de cómo podemos adaptar el entretenimiento humano a una manera que no sea invasiva para los animales ni los ecosistemas. Es importante reconocer que nuestro entretenimiento no puede darse a cuestas del bienestar de otras especies, sino reconociendo su autonomía y respetando su integridad.
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