ONU advierte: el mundo incumple el Acuerdo de París y se encamina a un calentamiento de hasta 2,5 °C, superando el límite climático crítico.
Las emisiones globales de gases de efecto invernadero aumentaron un 2,3 % en 2024, según nuevos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El incremento marca un récord y sitúa al planeta en una trayectoria peligrosa hacia un calentamiento de entre 2,3 °C y 2,5 °C a finales de siglo. Superando así el límite climático crítico establecido por los científicos.
El informe, publicado días antes de la COP30 en Belém, Brasil, confirma lo que los científicos temían: superar el umbral de 1,5 °C es ya inevitable. La ONU insiste, sin embargo, en que aún hay margen para limitar el daño. “Nuestra misión es sencilla, pero no fácil: hacer que cualquier superación sea lo más pequeña y breve posible”, declaró el secretario general António Guterres.
El PNUMA subraya que los países deben aplicar reducciones mucho más rápidas y profundas. “La ambición y la acción están muy por debajo de los niveles necesarios”, afirmó la científica Anne Olhoff, autora principal del informe. Incluso si se cumplieran todos los compromisos actuales, el planeta superaría el límite climático crítico, y se calentaría más de 2 °C, con consecuencias devastadoras.
Los efectos ya son visibles. Con un aumento promedio de 1,4 °C, la Tierra es hoy más cálida que nunca en la era moderna. Los arrecifes de coral tropicales enfrentan un colapso casi total, y las capas de hielo muestran señales de desestabilización. Además, los fenómenos meteorológicos extremos —huracanes, inundaciones, sequías e incendios— son más intensos y frecuentes.
Han pasado casi diez años desde el Acuerdo de París, cuando los países se comprometieron a mantener el calentamiento “muy por debajo” de los 2 °C y lo más cerca posible de 1,5 °C. Pero el progreso ha sido mínimo. Solo un tercio de las naciones presentó nuevos compromisos de reducción de emisiones para 2035 antes del 30 de septiembre, según el PNUMA.
El problema no es solo la lentitud, sino la falta de cumplimiento. En 2024, las emisiones crecieron especialmente en India, China, Rusia e Indonesia, mientras que solo la Unión Europea logró reducirlas. Las economías del G20, responsables del 75 % de las emisiones globales, siguen sin adoptar medidas proporcionales a su peso climático. Mientras que los países con menos emisiones son los que más sufren.
La retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, a órdenes del presidente Trump, agravó el panorama global. El PNUMA calcula que esa decisión neutraliza los modestos avances conseguidos por otras naciones. Para cumplir con los objetivos del tratado, se necesitarían recortes anuales del 35 % y 55 % respecto a los niveles de 2019.
Pese a ello, la directora ejecutiva del organismo, Inger Andersen, sostiene que el cambio aún es posible: “Las soluciones comprobadas ya existen. Desde la energía solar y eólica hasta la reducción del metano, sabemos lo que hay que hacer”.
Mientras el mundo acumula retrasos, Europa aprobó esta semana un acuerdo para reducir 90 % de las emisiones respecto a 1990. El pacto, alcanzado tras intensas negociaciones, permite cierta flexibilidad mediante créditos internacionales: los países podrán compensar parte de sus emisiones financiando proyectos de reforestación o energías limpias fuera de la Unión Europea.
Sin embargo, varios gobiernos advierten que el mecanismo podría rebajar el objetivo real a 80 % de reducción. Cuatro países —Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia— votaron en contra. Aun así, la vicepresidenta española Sara Aagesen insistió en que Europa llega a Belém con una “ambición común y liderazgo climático”.
El informe sobre la Brecha de Emisiones advierte que el aumento medio de la temperatura global superará 1,5 °C de forma temporal. Revertir esa situación será extremadamente difícil. “Ya no podemos evitarlo totalmente”, reconoció Olhoff, aunque subrayó que los recortes profundos podrían retrasar el momento del rebasamiento.
Cada fracción de grado cuenta. Un calentamiento de 2 °C duplicaría el número de personas expuestas al calor extremo, y destruiría hasta 99 % de los arrecifes de coral, frente al 70 % que desaparecería a 1,5 °C. Aunque superar el límite climático crítico ya es una realidad, aún podemos buscar objetivos para evitar el colapso climático.
El PNUMA concluye que el planeta ha avanzado respecto a hace una década, cuando las proyecciones apuntaban a un aumento de 4 °C. Pero advierte que las emisiones siguen creciendo, impulsadas por el consumo de carbón, petróleo y gas. Y mientras sigan creciendo estas, sin duda superaremos el límite climático crítico.
La COP30 será clave para definir si los países intensifican su acción climática o consolidan el fracaso del Acuerdo de París. “Cada año que pasa sin medidas contundentes reduce las posibilidades de un futuro habitable”, resumió Andersen.
El mensaje es claro: el mundo aún puede elegir entre una transición rápida y justa, o un calentamiento irreversible que golpeará con más fuerza a las naciones pobres y vulnerables. La decisión, recuerda la ONU, todavía está en nuestras manos.
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