El impacto de la producción de energía en la vida silvestre ha vuelto a ser el centro de atención en medio del plan de Donald Trump de cambiar el suministro del país de energías renovables como la eólica al petróleo y el gas. En sus primeros días en el cargo, Trump revocó la prohibición del expresidente Joe Biden a nuevas perforaciones de petróleo y gas en alta mar. «Drill, baby, drill«, prometió Trump cuando tomó posesión, al tiempo que frenaba la expansión de los parques eólicos.
Uno de sus argumentos es que los parques eólicos dañan a las aves y las ballenas. Su orden ejecutiva para detener el desarrollo de parques eólicos marinos citó la importancia de la vida marina como una de las razones de la decisión. Pero, ¿qué tan cierto es esta afirmación?
Energías renovables más allá de Estados Unidos
El giro de la política energética estadounidense hacia los combustibles fósiles está deteniendo los desarrollos de energía eólica por ahora, incluso mientras otras naciones siguen adelante con la expansión. China, por ejemplo, alberga casi dos tercios de los proyectos de energía solar y eólica del mundo en construcción.
Después de China, el Reino Unido es el segundo mercado eólico marino más grande del mundo. El gobierno de Escocia ha descrito la expansión de la energía eólica como una oportunidad económica única en una generación, con una cartera de alrededor de 40 GW de capacidad eólica marina.
Mientras tanto, el sector de energías renovables de más rápido crecimiento de cualquier economía importante pertenece a la India. Y en casi todos los países del mundo, la energía eólica y solar siguen siendo la forma más barata de agregar nueva energía. Especialmente en países con un alto índice de días soleados al año y con altas temperaturas también, como es el caso de India.
¿Qué tan dañina puede ser la energía eólica?
Si bien los parques eólicos pueden tener algunos efectos adversos sobre la vida silvestre local en los hábitats donde están ubicados, incluido el ruido, muchos científicos especializados en el impacto ambiental de los parques eólicos cuestionan la afirmación de que la energía eólica es más dañina para la vida silvestre que la extracción de combustibles fósiles.
Describen la energía eólica como un arma poderosa y necesaria contra el cambio climático, argumentando que su impacto en la vida silvestre se puede comprender, gestionar y reducir. Y esto se presenta en franco contraste con el riesgo existencial que plantean los combustibles fósiles que impulsan el calentamiento global, junto con el ruido y la contaminación constantes de la producción de petróleo y gas.
El debate está poniendo de relieve uno de los dilemas más difíciles a los que se enfrentan los proyectos de energía renovable en todo el mundo: ¿hasta qué punto deben equilibrar el impacto que pueden tener en los entornos locales con los efectos globales del cambio climático? ¿Y cómo se comparan esos impactos relacionados con la energía eólica con los efectos locales de la perforación de petróleo y gas?
Comparando las amenazas
«Los combustibles fósiles y su efecto sobre el cambio climático superan todo», dice Beth Scott, profesora de ecología marina en la Universidad de Aberdeen en Escocia, país que ha que se ha convertido en una potencia de la energía eólica. «El cambio climático es, con diferencia, el peor enemigo de toda la vida silvestre y de los seres humanos».
La energía eólica es una herramienta especialmente útil en la transición hacia una energía renovable y respetuosa con el clima, ya que se puede construir rápidamente y a gran escala.
Sin embargo, los parques eólicos, tanto en tierra como en el mar, plantean un riesgo para las aves, incluida la pérdida de hábitat y las colisiones con la turbina o sus aspas. En Escocia, por ejemplo, el alcatraz norteño y la gaviota tridáctila se consideran de alto riesgo de colisión con los parques eólicos.
Las aves marinas también pueden sufrir efectos indirectos, por ejemplo, si cambian sus rutas para evitar los parques eólicos y luego dedican más tiempo y energía a buscar alimento. La medida en que las aves marinas evitan los parques eólicos y cómo les afecta esto puede variar significativamente y aún es objeto de investigación en curso. Se ha informado de que algunas aves, como el colimbo ártico, evitan los parques eólicos, mientras que otras, como las gaviotas grandes, tienen una respuesta mixta a ellos, según sugieren las investigaciones. Otras, por otro lado, como los cormoranes, buscan parques eólicos para alimentarse y descansar allí.
La realidad es que es valioso que pongamos atención en las áreas de oportunidad de la energía eólica, pues no es conocimiento común el daño que pueden hacer a las aves y sus respectivos hábitats. Si el sistema es perfectible entonces se le debe al ecosistema y su fauna el mejorar su funcionamiento para que sea menos disruptivo.
Sin embargo, es importante dejar claro que en esta época de destrucción climática continua que estamos presenciando, no existe ninguna excusa para seguir invirtiendo en energía generada por combustibles fósiles. Teniendo la cantidad de evidencia científica que tenemos, y siendo testigos de los continuos desastres climáticos que son cada vez más catastróficos, a lo único que podemos aspirar es a mejorar la calidad de nuestras energías renovables. Nunca a invertir más en combustibles fósiles.
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