El maíz transgénico está una vez más en boca de todos después de que Claudia Sheinbaum anunció que en febrero de 2025 el Congreso legislará la prohibición de sembrar maíz genéticamente modificado en territorio nacional con el objetivo de proteger la biodiversidad del país, en respuesta a la resolución del panel del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) sobre las medidas relacionadas con el maíz genéticamente modificado.
Las declaraciones de Sheinbaum ocurrieron un día después de que el panel determinó que las restricciones que México impuso al uso de maíz transgénico durante el mandato de AMLO son contrarias a las obligaciones de México dentro del tratado comercial que tiene con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), pues consideró queno estaban basadas en evidencia científica.
La controversia inició cuando en 2020 el gobierno de México lanzó un decreto para que no se permitiera la siembra de maíz transgénico en el país; más tarde, en 2023, prohibió este tipo de productos para el consumo humano.
Esta decisión prendió las alertas en Estados Unidos porque de los 17 millones de toneladas de maíz que México importa, al menos 15 provienen de Estados Unidos; por lo cual, este cambio en las regulaciones mexicanas podría ver afectadas sus exportaciones.
La importancia del maíz
El maíz es un alimento básico para un tercio de la población humana y uno de los cereales más cultivados en el mundo. También ocupa un lugar fundamental en la dieta de los mexicanos, y ha sido así a lo largo de la historia. En algunos países el maíz se utiliza en la alimentación del ganado o aparecen derivados del maíz como edulcorantes o aditivos con poco valor nutricional.
El primer maíz modificado genéticamente se lanzó en 1996. Desde entonces, se han creado otras 290 variedades distintas de maíz transgénico. En 2024, el maíz transgénico constituía aproximadamente el 94 % del maíz plantado en Estados Unidos, ocupando más de 86 millones de acres. De hecho, el maíz modificado genéticamente es tan omnipresente en Estados Unidos que se considera un cultivo de alto riesgo según el Estándar del Proyecto No Transgénico.
Para el maíz se usa al vector bacillus, que inserta genes que expresan algún beneficio, como mayor cantidad proteica, almidones, antioxidantes, compuestos fenólicos que protegen de enfermedades cardiovasculares, vitamina A y resistencia a plagas, a sequías o a inundaciones.
Una parte de la investigación se enfoca en verificar que los OGM (organismos genéticamente modificados) no afecten la dinámica de poblaciones, como insectos nativos que son benéficos para los ecosistemas. Los expertos señalan que la variedad criolla de maíz quizá rinda 1.5 toneladas por hectárea y una variedad transgénica hasta 15 toneladas.
Reconoce en esta tecnología el riesgo de que grandes empresas, que son prácticamente monopolios, acaparen el mercado de semillas transgénicas e impongan sus precios, como ya ocurre con las variedades híbridas.
Es aquí donde debería haber un mayor control por parte del Estado, el cual debería considerar a investigadores mexicanos que han realizado aportaciones muy importantes en el tema y que están dispuestos a ceder sus patentes.
Una parte del patrimonio nacional
El maíz es parte de una familia de cereales domesticados en México hace cerca de 9,000 años. El elote, como se llamaba en Mesoamérica (la palabra “maíz” viene del indio caribeño y significa “lo que sustenta la vida”), era el cultivo más consumido, era el más leal y cercano a la vida indígena. Es el único cereal de origen americano que se ha convertido en uno de los cultivos principales en todo el mundo.
El maíz no es sólo alimento, también sirve para producir diferentes insumos ya que es ingrediente esencial de cerca de cuatro mil productos que conocemos, los cuales tienen como base los subproductos del maíz, por ejemplo jarabe, aceite, harina o fécula, por mencionar sólo algunos.
En resumen este debate, no solo implica una decisión que repercute en el ámbito biológico sino en el ámbito cultural y socialtambién. Es por eso que es necesario que ambos aspectos tengan lugar en la discusión y que un tema de este nivel de importancia no se politice como otros asuntos ambientales en la política mexicana.
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