Entre las múltiples tecnologías emergentes que tuvieron un momento de éxito fugaz para que después presenciáramos su caída, las criptomonedas probablemente son de las más importantes. En agosto de este año los mercados fueron testigos de las caídas más pronunciadas de las criptomonedas como Bitcoin en tan solo 24 horas. Y esta tendencia ha continuado desde hace aproximadamente dos años.
Las criptomonedas son cualquier forma de moneda que existe de forma digital o virtual y que utiliza criptografía para asegurar las transacciones. Las criptomonedas no tienen una autoridad central que las emita o regule, sino que utilizan un sistema descentralizado para registrar las transacciones y emitir nuevas unidades.
¿Qué es una criptomoneda?
Las criptomonedas son un sistema de pago digital que no depende de los bancos para verificar las transacciones. Es un sistema que permite que cualquier persona (sin necesidad de un intermediario como un banco), en cualquier lugar, envíe y reciba pagos. En lugar de ser dinero físico que se lleva y se intercambia en el mundo real, los pagos con criptomonedas existen puramente como entradas digitales en una base de datos en línea que describe transacciones específicas.
Cuando se transfieren fondos de criptomonedas, las transacciones se registran en un libro de contabilidad público. Las criptomonedas se almacenan en billeteras digitales.
Las criptomonedas recibieron su nombre porque utilizan cifrado para verificar las transacciones. Esto significa que se utiliza una codificación avanzada para almacenar y transmitir datos de criptomonedas entre billeteras y libros de contabilidad públicos. El objetivo del cifrado es brindar seguridad y protección.
Las unidades de criptomoneda se crean mediante un proceso llamado minería, que implica el uso de la potencia informática para resolver problemas matemáticos complicados que generan monedas. Los usuarios también pueden comprar las monedas a través de intermediarios, almacenarlas y gastarlas mediante carteras criptográficas.
La incertidumbre que afecta al mundo de las criptomonedas es negativa para los inversionistas pero la realidad es que podría tener un lado positivo para el medio ambiente, ya que las criptomonedas tienen un impacto sumamente negativo.. Y la caída de las criptomonedas podría tener un impacto positivo en las emisiones de gases de efecto invernadero y el futuro de las monedas digitales.
El impacto ambiental
Para ganar dinero con criptomonedas, los “mineros” utilizan supercomputadoras para resolver ecuaciones matemáticas complejas antes que sus pares. Si ganan esta carrera algorítmica, pueden agregar un “bloque” a la red y reciben una compensación en bitcoins. Esto se conoce como “minería blockchain”, y es costosa en términos energéticos, toma mucho tiempo y solo es gratificante de vez en cuando.
La minería de criptomonedas solía ser posible con una computadora normal, pero al entrar en el mundo corporativo, ahora requiere computadoras enormes con sistemas de enfriamiento.. Esto requiere enormes cantidades de energía, que generalmente se obtiene quemando combustibles fósiles.
Según un informe de la Casa Blanca, la minería de criptomonedas representa 140 millones de toneladas métricas de CO2 por año liberadas a la atmósfera, o el 0,3% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esta cantidad es mayor que las emisiones producidas por muchos países individuales, incluidos Argentina y los Países Bajos.
La naturaleza competitiva de la minería blockchain también es problemática. Barney Tan, profesor de Sistemas de Información y Gestión de Tecnologías en la Universidad de New South Wales, comentó en una entrevista que si 1000 mineros compiten y solo uno gana la recompensa, los recursos invertidos por los otros 999 mineros que perdieron se desperdician.
Debido a que la velocidad es tan crítica para ganar la carrera de la cadena de bloques, los mineros de criptomonedas utilizan las fuentes de energía más disponibles. LA ONG Earthjustice informó que algunos están pagando para revitalizar plantas de combustibles fósiles que se están muriendo para obtener electricidad más rápido.
Y no se trata solo de emisiones de gases de efecto invernadero. Los chips de computadora que se utilizan para minar criptomonedas están hechos con sustancias químicas tóxicas y metales preciosos que requieren una extracción de minerales real para ser producidos, lo que devasta los paisajes de la Tierra y agota los recursos finitos. Estos chips también son altamente especializados y rápidamente se vuelven obsoletos, terminando en vertederos a medida que evolucionan las estrategias de minería de criptomonedas.
Además, las operaciones de minería de criptomonedas pueden generar contaminación del aire, el agua y el ruido en las comunidades donde están ubicadas. Los residentes y las empresas locales se ven obligados a soportar la carga mientras las corporaciones de criptomonedas obtienen ganancias.
Lo que podemos aprender
La caída de las criptomonedas, a pesar de ser aparatosa, es algo relativamente normal. La caída de un corporativo o una tecnología a causa de su obsolescencia o mala gestión es algo común en un mundo capitalista que tiene que ser extremadamente inventivo para sobrevivir.
Sin embargo, la realidad es que esto es una enorme enseñanza para quizá finalmente entender por qué no vale la pena arriesgar nuestros recursos naturales y poner al medio ambiente como tributo para una tecnología emergente que no vela por el bienestar de nadie más que sus usuarios. La caída de las criptomonedas debería de hacer colectivamente evidente por qué no tiene sentido arriesgar el bienestar del medio ambiente solo por la ambición o la posibilidad de que un sistema funcione.
Lo que estas tecnologías continúan demostrando es que a pesar de que ellas se pueden volver rápidamente obsoletas, el medio ambiente es el único del que verdaderamente dependemos. Y su supervivencia no debería de estar disponible para quien sea que desee explotarlo por la promesa del éxito, poniendo a toda la humanidad y las especies en riesgo por su ambición.
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