La temporada de verano en el hemisferio norte ha traído consigo un escalamiento rápido de tormentas tropicales y huracanes. A tan solo dos días de haber empezado el mes de julio ya hemos atestiguado la depresión tropical Alberto, la tormenta Chris y el huracán Beryl, que en su trayectoria hacia Jamaica alcanzó la categoría 5 y, a pesar de haberse degradado al tocar tierra, se encuentra en camino a la Península de Yucatán.
Y es que esta intensa actividad sería mucho más representativa del pico de la temporada de huracanes, pero está sucediendo a poco tiempo de haber empezado el verano, y la temporada de huracanes.
Estos fenómenos se producen al tener agua cálida en la superficie del mar. Cuando el agua asciende a la atmósfera en forma de vapor, se enfría y se condensa, y genera una enorme cantidad de calor que alimenta la tormenta, que poco a poco va creciendo hasta formar un huracán (como se les conoce en América) o un ciclón tropical, (en Asia).
La diferencia en sus nombres es puramente geográfica. En los océanos Atlántico Norte y Pacífico Noreste se utiliza el término «huracán», mientras que en el Océano Pacífico Noroeste se les llama «tifones». El nombre «ciclón tropical» o, a veces, «ciclón tropical severo» o «tormenta ciclónica severa». – se utiliza en los océanos Pacífico Sur e Índico.
A pesar de que las tormentas de verano traen cantidades significativas de lluvia y viento a las áreas que afectan, no todas estas tormentas son iguales. Al comprender la diferencia entre los distintos tipos de actividad tropical podemos prepararnos de manera más adecuada, tanto individual como colectivamente.
Los huracanes, depresiones y ciclones tropicales son esencialmente el mismo fenómeno meteorológico. Todos ellos son grandes sistemas de tormentas tropicales que giran alrededor de un área de baja presión y producen fuertes lluvias y vientos con velocidades superiores a 119 kph.
Estos sistemas de tormentas suelen tener entre 8 y 10 kilómetros de altura y entre 480 y 800 kilómetros de ancho, aunque pueden ser mucho más grandes. Por lo general, avanzan a velocidades de 16 a 24 km/h, pero pueden viajar a una velocidad de hasta 64 km/h. A pesar de tener diferentes nombres, todos pueden ser increíblemente destructivos.
Una depresión tropical se forma cuando un área de baja presión va acompañada de tormentas eléctricas que producen un flujo de viento circular con vientos máximos de menos de 61km/h. Una actualización a tormenta tropical ocurre cuando la circulación ciclónica se vuelve más organizada y los vientos máximos sostenidos superan los 61 km/h.
Es importante entender que a pesar de que las tormentas tropicales son fenómenos que han sucedido siempre, la crisis climática los ha vuelto mucho más letales. Si como sociedades estábamos acostumbrados a afrontar huracanes, ahora es considerablemente más difícil debido a la fuerza que pueden adquirir en su trayectoria.
Debido al calor acumulado en el océano, las tormentas se hacen cada vez más fuertes y las consecuencias pueden ser inimaginables debido a que estamos entrando a territorio desconocido.
Es por eso que es cada vez más importante canalizar la mayor cantidad de esfuerzos posibles para prepararnos adecuadamente para todas las tormentas tropicales que se formen, independientemente de cómo pueda parecer su intensidad al inicio.
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