Por: Juan Pablo Rivero, CEO de Hydrous.
En el corazón del Estado de México, el río Lerma agoniza. Aunque existen infraestructuras como las macroplantas de tratamiento y la planta Reciclagua, los datos indican que más del 80 % de la contaminación que recibe el río proviene de fuentes industriales sin tratamiento adecuado.
Según diversos reportes, la planta Reciclagua, diseñada originalmente para sanear el agua, presenta actualmente problemas de saturación, obsolescencia tecnológica y emisiones que generan impactos ambientales y sanitarios. Incluso se ha documentado el vertido de lodos directamente al río.
Frente a esta situación, surge una alternativa: el proyecto Nuevo Lerma. Pero la propuesta no se presenta como solución milagrosa, sino como un plan metódico, con base en ingeniería robusta, fases claras de implementación y etapas de prueba con plantas piloto.
El planteamiento es aprovechar el agua residual tratada de las Macroplantas, elevar su calidad mediante tratamiento avanzado y conducirla a nuevas zonas lacustres artificiales. Desde ahí, podría potabilizarse para uso humano. No es menor: hablamos de hasta 2.25 m3/s de agua limpia para el Valle de Toluca y la CDMX.
Pero aquí hay una advertencia crítica: no hay lugar para soluciones a medias. Si el sistema no alcanza estándares estrictos de tratamiento, seguirán los malos olores, persistirán las enfermedades, y el objetivo estratégico —generar una fuente confiable de agua potable— simplemente no se logrará. Un lago contaminado es un espejo roto, no un reservorio.
La otra vía, aún en marcha, es seguir perforando. Buscar más agua subterránea. Expandir el uso del sistema de pozos y depender más del Cutzamala, aún cuando la presa Villa Victoria ha tocado fondo histórico.
Esta lógica recuerda a meter más cubas a un popote: muchas bocas succionando un recurso que ya se agota. La consecuencia es previsible: agotamiento del acuífero, deterioro ambiental y aumento de costos. En contraste, Nuevo Lerma ofrece agua potabilizada a un costo del que tiene el Sistema Cutzamala.
Nuevo Lerma no es un concepto de escritorio. Está diseñado por un grupo de expertos con más de 35 años de experiencia en proyectos hidráulicos en México y el extranjero. El plan contempla no solo tecnología, sino gobernanza: monitoreo en tiempo real (tecnología RIMCA), gestión eficiente y esquemas financieros que permiten inversión público-privada con visión de largo plazo.
Mientras tanto, las Macroplantas siguen ahí: monumentos al gasto, sin operar a nivel normativo y arrojando lodos contaminados de regreso al mismo río que debían proteger.
¿Aprovecharemos esta oportunidad para transformar el desastre en solución? ¿O seguiremos ensanchando el popote, esperando que la última gota no sea también la última esperanza?
El proyecto Nuevo Lerma representa una opción técnicamente viable para recuperar una fuente crítica de agua en el Valle de Toluca. Su éxito dependerá no solo de la tecnología, sino del compromiso institucional, la vigilancia ciudadana y una visión de largo plazo que priorice el bien común sobre las soluciones inmediatas.
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