Órdenes ejecutivas de Trump ponen en jaque a la crisis climática
En su primer día en el cargo, el presidente Trump firmó una serie de decretos que situarán a Estados Unidos en una senda medioambiental radicalmente distinta a la de la administración Biden.
Los decretos y memorandos dan los primeros pasos para cumplir muchas de las promesas que Trump hizo durante la campaña electoral: Retirar a EE UU del Acuerdo de París, perforar más petróleo y gas natural, y derogar múltiples directivas y departamentos medioambientales de la era Biden.
Aunque las órdenes ejecutivas de Trump son de gran alcance, aún no está claro cómo se aplicarán ni con qué rapidez se dejarán sentir. Las órdenes ejecutivas indican a los organismos gubernamentales cómo aplicar la ley, pero pueden ser impugnadas por los tribunales si parecen violar la Constitución de EE UU u otras leyes, como ocurrió con la orden ejecutiva de prohibición de viajes de Trump en enero de 2017.
Sin embargo, las órdenes ejecutivas de Trump envían una clara señal sobre las prioridades medioambientales de su administración: extraer más combustibles fósiles, debilitar el apoyo a las energías verdes y alejarse del liderazgo climático mundial.
Esta orden ejecutiva ordena al embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas que presente una notificación formal de que Estados Unidos se retira del Acuerdo de París en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El Acuerdo de París, firmado en 2016, compromete a los países a reducir las emisiones de efecto invernadero y a presentar actualizaciones quinquenales sobre sus planes climáticos para alcanzar los objetivos acordados en materia de reducción de emisiones.
En su primer mandato, Trump también retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, aunque los términos del acuerdo implicaban que la retirada no se produjera hasta noviembre de 2020.
En uno de sus primeros actos como presidente, Joe Biden hizo que EE UU se reincorporara al Acuerdo de París. Estados Unidos tardará al menos un año en abandonar el Acuerdo.
«Esta medida miope muestra un desprecio por la ciencia y el bienestar de las personas de todo el mundo, incluidos los estadounidenses, que ya están perdiendo sus hogares, medios de vida y seres queridos como consecuencia del cambio climático», denuncia Jonathan Foley, director ejecutivo de la organización benéfica Project Drawdown.
La orden ejecutiva también rescinde el Plan Internacional de Financiamiento Climático de EE UU, un aumento del financiamiento climático internacional de la administración Biden que alcanzó más de 11,000 millones de dólares al año para 2024.
«Esencialmente, se trata del país más rico del mundo dando la espalda a los países más pobres en el momento en que más están sufriendo», explica Bob Ward, director de políticas del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la London School of Economics.
El presidente Trump dedicó tres órdenes ejecutivas a facilitar a Estados Unidos la explotación de sus vastas reservas de combustibles fósiles. En la campaña electoral, Trump prometió constantemente «perforar, perforar, perforar» y en su primer día como presidente subrayó este eslogan con órdenes para eliminar regulaciones y normas medioambientales de la era Biden que restringen la exploración de combustibles fósiles.
Una de las órdenes ejecutivas se centra específicamente en Alaska, que cuenta con vastas reservas de combustibles fósiles y fue la ubicación de Willow, un polémico proyecto de petróleo y gas aprobado por la administración Biden en 2023.
La orden ejecutiva de Trump abre las puertas de par en par a otros proyectos, pidiendo que EE UU «acelere la concesión de permisos y el arrendamiento de proyectos de energía y recursos naturales» en Alaska y la revocación de cualquier normativa aprobada por la administración Biden que pueda obstaculizar este objetivo.
También anula específicamente la cancelación de arrendamientos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y retira una orden del Secretario de Interior que paralizaba temporalmente el arrendamiento de petróleo y gas en el Refugio.
Una segunda orden ejecutiva declara una emergencia energética nacional, afirmando que la producción energética de EE UU es «demasiado inadecuada para satisfacer las necesidades de nuestra Nación».
La orden manda a los jefes de los organismos gubernamentales a que utilicen las autoridades de emergencia para identificar, arrendar y explotar los recursos energéticos nacionales.
Una tercera orden ejecutiva bajo el título «Liberar la energía estadounidense» abarca una amplia gama de políticas, entre ellas fomentar la producción de energía en tierras y aguas federales, convertir a EE UU en líder de la minería no energética, incluidas las minas de tierras raras, y poner fin a las exenciones estatales de emisiones y a las subvenciones a los vehículos eléctricos.
La orden también promete «salvaguardar la libertad del pueblo estadounidense para elegir» focos, lavavajillas, lavadoras, estufas de gas y otros electrodomésticos, en un aparente guiño a la polémica suscitada por la ley de Nueva York que prohíbe las estufas de gas natural en viviendas y edificios nuevos.
«Estados Unidos dejará de ocupar una posición de liderazgo en estas cuestiones. Va a tener consecuencias económicas reales para EE UU que volverán a morder al presidente Trump antes del final de este mandato», advierte Ward, que añade que EE UU perderá terreno frente a China sobre todo en términos de vehículos eléctricos y liderazgo político en materia de cambio climático.
«China será la que ahora se vea como el líder mundial en esto y podrá establecer montones de vínculos económicos y diplomáticos con otros países en un momento en el que EE UU parecerá completamente desesperanzado en este tema».
En un memorando ejecutivo, Trump suspendió todos los nuevos arrendamientos para parques eólicos marinos, citando «la creciente demanda de energía confiable» y «los impactos en las corrientes oceánicas y los patrones de viento».
El memorando impide temporalmente la consideración de arrendamientos de parques eólicos en zonas de la plataforma continental exterior de EE UU (partes del fondo oceánico que se encuentran más allá de las aguas costeras estatales).
Los memorandos ejecutivos son similares a las órdenes ejecutivas, pero no están obligados a citar la autoridad legal del Presidente, y la Oficina de Gestión y Presupuesto no está obligada a emitir una «Declaración de Impacto Presupuestario» como en el caso de las órdenes ejecutivas.
En otro memorando, Trump retomó una política de su primera administración: un plan para desviar agua del delta de Sacramento-San Joaquín a otras partes del estado. Este plan fue aprobado por Trump en 2020, pero fue impugnado ante los tribunales por el gobernador de California Gavin Newsom y el estado de California.
Trump ha culpado repetidamente de este retraso a los «peces sin valor», argumentando que las normas medioambientales han ralentizado la construcción de infraestructuras hídricas en California.
El memorando, titulado «Putting People Over Fish» (Poniendo a la gente sobre los peces), denuncia explícitamente el «ecologismo radical», que Trump da a entender que está detrás del retraso de su proyecto de infraestructuras.
«Esta paralización catastrófica fue supuestamente en protección del eperlano del Delta y otras especies de peces», reza el texto del memorando.
En la misma orden ejecutiva que «desató» la explotación estadounidense de combustibles fósiles, Trump revocó órdenes ejecutivas y acciones de la era Biden que crearon nuevas organizaciones para hacer frente al cambio climático.
Esto incluye la Orden Ejecutiva 14008 que estableció un Grupo de Trabajo Nacional sobre el Clima, presidido recientemente por el Asesor Nacional sobre el Clima, Ali Zaidi.
Con información de Mauricio Serfatty Godoy en WIRED
Foto: Construction Photography/Avalon/Getty Images
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