Con la temporada de verano en auge en el hemisferio norte, es importante preguntarse cómo los impactos del turismo (y, específicamente, las acciones individuales de los turistas) pueden impactar negativamente el ecosistema que visitan. El turismo, debido a su naturaleza servicial y de abundancia, es una actividad que consume muchos recursos y suele tener un impacto preocupante en el medio ambiente.
Turismo y descontento
El turismo es una de las actividades económicas más redituables, una de las industrias de más rápido crecimiento del mundo y una importante fuente de divisas y empleo. Sin embargo, al mismo tiempo, el turismo también se ha vuelto una fuente de descontento entre algunos residentes de ciudades turísticas. Un ejemplo es caso de Barcelona, en donde manifestantes enojados dispararon pistolas de agua a turistas desprevenidos en modo de protesta contra el turismo descontrolado.
Además del problema de las tarifas de rentas y la sobrepoblación, Barcelona ha adoptado una actitud antipática hacia el turismo debido a que, desde su punto de vista, solo resulta en un impacto negativo para ellos.
Y más allá de si es o no el caso, es importante reflexionar sobre la manera en la que practicamos turismo al vacacionar: ¿Dejamos un impacto positivo en los lugares que visitamos? ¿O será que somos nosotros la fuente de descontento debido al poco respeto y cuidado que tenemos por los ecosistemas de nuestra vacación?
A raíz de reflexionar sobre el impacto ambiental negativo del turismo, han surgido varios conceptos que nos invitan a continuar visitando nuestros destinos favoritos, pero ahora haciéndolo de una manera más ecológicamente consciente.
El turismo responsable se refiere al comportamiento de los viajeros individuales que aspiran a tomar decisiones de acuerdo con prácticas de turismo sostenible. Los comportamientos suelen alinearse con minimizar los impactos negativos y maximizar los positivos cuando uno visita un destino turístico. Esto involucra a las comunidades locales, los recursos, y toda la flora y fauna que componen al ecosistema que se visita.
De manera que esto puede impactar la generación de desechos, la participación en iniciativas sustentables, el acatarse a no realizar prácticas como el regateo, el respetar la flora y fauna, etc. Este tipo de turismo no se refiere a un tipo específico, sino que es una aspiración a que los impactos de todas las formas de turismo sean sostenibles para las generaciones venideras.
Cabe mencionar que todos, sin importar nuestras preferencias turísticas, podemos practicar el turismo responsable, pues éste se asocia con nuestros comportamientos y lo que “devolvemos” a la comunidad que visitamos (más allá del derrame económico. Es por eso que este término no debe ser confundido con el ecoturismo ( un segmento de nicho del turismo en áreas naturales).
Copenhage: caso de éxito
La capital de Dinamarca adoptará a partir del 15 de julio una importante iniciativa de turismo sustentable: los turistas que demuestren un comportamiento de viaje respetuoso con el clima al participar en las iniciativas ecológicas de la ciudad (incluidos los viajes en bicicleta, los viajes en tren y los esfuerzos de limpieza) tendrán acceso a visitas a museos, alquiler de kayaks, comidas gratis y más.
Autoridades del Ministerio de Turismo de Dinamarca han dicho que este es un paso muy importante en la transformación de la industria, pues consiste en cambiar la forma en que nos movemos en el destino, lo que consumimos y cómo se interactúa con los locales.
Esta iniciativa lleva por nombre CopenPay y tiene como objetivo cerrar la brecha entre el deseo de actuar de manera sostenible y el comportamiento real haciendo de la acción respetuosa con el clima una moneda de cambio para las experiencias culturales.
De manera que si fuéramos capaces de tomar un poco más de responsabilidad por las comunidades que visitamos (aunque no vivamos ahí el resto del año) y dejemos de actuar como si le estuviéramos haciendo un favor a los ciudadanos al dejar voluntariamente nuestro dinero en los negocios, podríamos alcanzar una verdadera armonía. Una en la que el turismo podría ser no solo una fuente de derrame económico sino un ejemplo de la responsabilidad colectiva que todos tenemos por el medio ambiente. Y qué mejor, de una manera lúdica.
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