Sólo en EE.UU. se usan más de 500 millones al día y son muy difíciles de reciclar.
Pesan tan poco que las máquinas encargadas de clasificar los desperdicios reciclables suelen pasarlas por alto y eso quiere decir que en mucho casos acaban depositadas junto a la basura orgánica en vertederos donde el plástico tarda mucho en descomponerse.
Por ello usar popotes de papel fácilmente biodegradable o, si nos gusta esa textura, unos popotes metálicos como estos de Goodful que, además, están hoy de oferta.
Estos popotes o pajitas están fabricados en aluminio, pero tienen una punta de silicona que hace más cómodo beber a través de ellos.
Son, además, extensibles, lo que quiere decir que se adaptan a todo tipo de vasos, e incluyen una práctica funda de transporte con una varilla limpiadora integrada (es importante limpiar los popotes de metal después de cada uso para evitar que queden residuos en el interior). También se pueden limpiar en el lavavajillas.
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