¿Reusando prendas de vertederos?

¿Reusando prendas de vertederos?

El desierto de Atacama, en Chile, recibe cada año alrededor de 40,000 toneladas de marcas de fast fashion, provenientes de Estados Unidos, en su mayoría, y Europa también. Para acabar con ello, se ha lanzado la campaña «Atacama RE-commerce» que busca dar una segunda oportunidad a las prendas que han sido descartadas y abandonadas en el desierto, rescatándolas, para que después de ser seleccionadas, limpiadas y restauradas acaben, finalmente, en un armario. Todo ello a través de una tienda de comercio electrónico en las prendas no tienen precio ya que el único pago que se lleva a cabo, por parte del usuario, es el envío, es decir, su extracción del desierto.

 

Esta iniciativa es una acción conjunta entre varias empresas y organizaciones, entre ellas Desierto Vestido, una entidad chilena sin fines de lucro que se dedica a educar, concienciar y fomentar la economía circular en la industria textil. La campaña se hizo en colaboración con Artplan, agencia de comunicación brasileña que ha elaborado la campaña. La iniciativa es el resultado del trabajo conjunto entre Desierto Vestido, una organización chilena sin fines de lucro, la propia Artplan, y la empresa de tecnología

 

La iniciativa se concibió como un puente entre la sobreproducción y el consumo consciente, buscando transformar la percepción de la ropa desechada en recursos valiosos a través de la reutilización y la segunda vida

 

Así surge la creación de una tienda online que toma el mismo sistema que genera el problema, es decir, el comercio, para ayudar a resolverlo. «Es una idea simple y poderosa, capaz de transformar el acto ordinario de comprar en línea en una forma de activismo ambiental. Cada compra realizada limpia el desierto, involucra al consumidor y cuestiona los excesos de la industria de la moda

El problema del fast fashion

Entre 2000 y 2014, la producción de ropa se duplicó y los consumidores comenzaron a comprar un 60 % más de ropa y a usarla durante la mitad del tiempo que antes. Se estima que tres quintas partes de toda la ropa termina en vertederos o incineradoras en el plazo de un año desde su producción, lo que se traduce en un camión lleno de ropa usada desechada o incinerada cada segundo. 

 

La mayoría de las instalaciones se encuentran en el sur de Asia o África, donde los países que reciben esas cargas no pueden gestionar la cantidad. Un vertedero cerca de Accra, la capital de Ghana, que se dice que está compuesto en un 60 % por ropa y tiene una altura de 20 metros, ha cobrado notoriedad internacional como símbolo de la crisis.

 

De los 100 mil millones de prendas que se producen cada año, 92 millones de toneladas terminan en vertederos. Para ponerlo en perspectiva, esto significa que el equivalente a un camión de basura lleno de ropa termina en vertederos cada segundo. Si la tendencia continúa, se espera que la cantidad de residuos de moda rápida se dispare hasta 134 millones de toneladas al año para finales de la década.

 

Si en los próximos años prevalece el escenario habitual (es decir, si no se toman medidas para reducir los desechos del fast fashion), las emisiones globales de la industria probablemente se duplicarán para fines de la década.

 

De manera que, a pesar de que esta iniciativa pueda parecer pequeña, es imperativo encontrar más alternativas a dejar de acumular la cantidad de ropa que termina en los vertederos cada año (y no sólo esperar que la estrategia de la desincentivación al consumo funcione) y que cada vez más consumidores opten también por adoptar iniciativas como ésta.

Consumiendo responsablemente

La cultura del consumo rápido ha empeorado progresivamente con los años. Actualmente, muchos artículos se usan sólo entre siete y diez veces antes de ser desechados. Esto representa una disminución de más del 35% en tan solo 15 años. Sin duda alguna es urgente hacer algo para cambiar este patrón de consumo y para detener la tendencia de que comprar ropa con este nivel de frecuencia es algo a lo que deberíamos de aspirar.

 

Esta es la segunda campaña de la entidad chilena con la agencia de comunicación brasileña cuya colaboración se inició tiempo atrás. «Todos los años elegimos entidades para trabajar en proyectos de comunicación sin cobrar, es nuestra forma de ejercitar la creatividad en su máximo potencial dando visibilidad y apoyando causas que son relevantes para la sociedad.

 

El resultado de la llamativa campaña ha hecho que el lanzamiento de la primera colección se agotara en cinco horas y que más de 200,000 personas estén inscritas a la espera de nuevos lanzamientos. Y es que tras la buena acogida de la iniciativa se está trabajando una alianza con la Universidad de Chile para desarrollar un modelo a largo plazo. La idea es generar ingresos locales, reemplazar el trabajo voluntario por empleos y escalar el impacto ambiental y social del proyecto.

 

Es importante apoyar iniciativas cómo esta, en la que el darle una segunda vida a las prendas creadas por nuestro exceso de consumo no es solo una necesidad sino algo que logramos enmarcar de una manera lo suficientemente deseable para que se vuelva moda. Si competimos contra el exceso de las marcas de fast fashion a través de lo que está de moda, entonces también es necesario que estas tendencias también se vuelvan moda.

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