La nueva alternativa para reducir las emisiones de carbono desde la industria de la aviación es el llamado combustible sostenible de aviación (SAF por sus siglas en inglés).
¿Qué es?
Este combustible se fabrica a partir de desechos agrícolas, madera, algas e incluso aceite de cocina usado. Sin embargo, estas materias primas son escasas, lo cual es una de las principales razones por las que el SAF es costoso en este momento. EL SAF es una propuesta reciente y que a pesar de estar en sus etapas iniciales (tanto en términos de investigación como de financiamiento) ya es altamente cotizado por las aerolíneas para alcanzar las reducciones en emisiones necesarias para reducir sus respectivas huellas de carbono.
A largo plazo, los fabricantes quieren fabricar SAF con una tecnología llamada energía a líquidos. Al utilizar energía renovable, se toma dióxido de carbono capturado e hidrógeno renovable para producir combustible sintético para aviones. Una ventaja es que esta variedad de materias primas expande la cadena de suministro de combustible. La conversión de energía a líquidos es particularmente versátil ya que el carbono y el hidrógeno se pueden recolectar en cualquier lugar en lugar de extraerlos y refinarlos en sólo algunos lugares como en el caso de la mayor parte de los combustibles fósiles.
¿Qué dicen las aerolíneas?
La razón por la que grandes aerolíneas comerciales como United, Delta, Southwest, American Airlines, Air France y KLM están haciendo esfuerzos concisos como apostar por SAF para reducir su huella de carbono (a pesar de que algunas hayan tenido iniciativas ambientales en el pasado sin tener mucho impacto) es porque, más allá de sus políticas o compromisos internos por reducir su huella de carbono, todo indica que las regulaciones de diferentes países las obligarán a hacerlo. Es decir, más allá de sus valores internos, probablemente terminarán en el espacio aéreo de un país que tenga reglas más estrictas sobre las emisiones por parte de aviones.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que el SAF podría contribuir con alrededor del 65% de la reducción de emisiones que necesita la aviación para alcanzar el nivel cero neto en 2050. Esto requerirá un aumento masivo de la producción para satisfacer la demanda. Se espera que la mayor aceleración se produzca en la década de 2030, a medida que el apoyo político se vuelva global, y el SAF se vuelva competitivo con el queroseno fósil.
(Crédito: IATA)
A pesar de que el SAF todavía requerirá una inversión sumamente considerable y alternativas sustentables para poder conseguir suficiente materia prima para poder satisfacer la demanda de combustible, sin duda alguna es una buena noticia saber que existe una iniciativa concisa (y aparentemente generalizada) para reducir las emisiones de carbono por parte de una de las industrias más contaminantes del mundo.
Perfil del Autor
- Constanza García Gentil
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