Hoy en día es un hecho que en las últimas décadas, los océanos se han calentado. Las olas de calor marinas, antes eventos poco frecuentes, se han vuelto más comunes. Actualmente ya no es poco común decir que estamos en el año más caliente de la historia. Irónicamente, ahora parece un evento anual que ya no nos sorprende cómo antes.
Recientemente, las altas temperaturas han persistido. En enero de 2024, la proporción de la superficie oceánica que experimentó una ola de calor superó el 40%. En los últimos años, se han producido olas de calor inusuales en todas las principales cuencas oceánicas del planeta. Y algunos de estos eventos se han vuelto tan intensos que los científicos han acuñado un nuevo término: superolas de calor marinas.
«Los ecosistemas marinos donde se producen las superolas de calor marinas nunca habían experimentado una temperatura superficial del mar tan alta en el pasado. Los mares de las costas del Reino Unido e Irlanda experimentaron una ola de calor marina inusualmente intensa, una de las más largas registradas, que comenzó en abril, y el aumento de temperatura se produjo mucho antes de lo habitual. Australia y sus emblemáticos arrecifes de coral se vieron recientemente afectados por olas de calor en dos costas.
Los científicos definen las olas de calor marinas de diferentes maneras. Pero es evidente que, a medida que cambia el clima del planeta, los océanos se ven profundamente alterados, ya que absorben el exceso de calor atrapado en la atmósfera proveniente de los gases de efecto invernadero, que se emiten al quemar combustibles fósiles. El aumento de la temperatura en los océanos está provocando cambios drásticos en la vida marina, el nivel del mar y los patrones climáticos.
Algunas de las víctimas más visibles del calentamiento de los océanos han sido los arrecifes de coral. Cuando la temperatura del océano aumenta demasiado, los corales pueden blanquearse y morir. Alrededor del 84% de los arrecifes de todo el mundo experimentaron estrés térmico de nivel de blanqueamiento en algún momento entre enero de 2023 y marzo de 2025, según un informe reciente.
El año pasado, el más cálido registrado, el nivel del mar subió más rápido de lo previsto por los científicos. Las investigaciones demostraron que la mayor parte de ese aumento del nivel del mar se debió a la expansión del agua oceánica al calentarse, lo que se conoce como expansión térmica, y no al derretimiento de los glaciares y las capas de hielo, que en años anteriores fueron los principales contribuyentes al aumento del nivel del mar.
El exceso de calor en los océanos también puede afectar los patrones climáticos, aumentando la probabilidad de que los huracanes se intensifiquen rápidamente y se vuelvan más destructivos. En el suroeste del Pacífico, el calor oceánico del año pasado contribuyó a una racha récord de ciclones tropicales que azotaron Filipinas.
«Si entendemos cómo el calentamiento global está afectando los eventos extremos, esa información es esencial para intentar anticipar lo que está sucediendo y lo que está por venir», afirmó Marta Marcos, física de la Universidad de las Islas Baleares (España). La Dra. Marcos fue la autora principal de un estudio reciente en el que concluyó que el cambio climático ha sido responsable de la gran mayoría de las olas de calor marinas en las últimas décadas.
Ejemplos de las consecuencias
Eventos similares a éste se han dado en el pasado y han tenido un efecto dominó que se ha extendido por varios años. Uno de ellos fue evento particularmente intenso, conocido como «la Mancha» o «the Blob», duró años y devastó las poblaciones de plancton, provocando la muerte por hambre de millones de peces y aves marinas y perjudicando la pesca comercial. La Mancha fue una gran masa de agua relativamente cálida en el océano Pacífico, frente a las costas de América del Norte, que se detectó por primera vez a finales de 2013 y continuó propagándose durante 2014 y 2015. Es un ejemplo de ola de calor marina que terminó devastando cientos de miles de ejemplares de especies.
Por otro lado en 2012, una ola de calor marina en el Golfo de Maine fungió como un ejemplo sobre el riesgo que estos fenómenos suponen para la pesca. La población de camarón del norte redujo de unos 27,250 millones en 2010 a 2,800 millones dos años después, según modelos de la Comisión de Pesca Marina de los Estados del Atlántico.
Y la razón de la decimación tan flagrante de la población de camarones no se debió a que murieran espontáneamente a causa de la temperatura del mar, sino porque los calamares de aleta larga, atraídos hacia el norte por las aguas más cálidas, se comían los camarones. De manera que el agua inusualmente caliente no solo es mala para muchas especies, sino que termina desequilibrando la simbiosis de los océanos en maneras que ni siquiera terminamos de entender.
Hoy en día el fenómeno de alza de temperaturas del océano se ha vuelto tan común que con el tiempo, algunas partes del océano podrían entrar en un estado constante de ola de calor marina, al menos según la definición común actual. Algunos científicos consideran los picos actuales a corto plazo como una práctica para este futuro.
Es por eso que debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar que esto siga sucediendo. Afectar de esta manera al ecosistema marino puede terminar con la vida como la conocemos, incluso cuando no lo veamos así.
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