¡Suenan las alarmas! Deshielos y el futuro crítico de la AMOC

Un nuevo estudio aportó una perspectiva inesperada sobre la estabilidad de la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico, conocida como AMOC. Esta gran corriente oceánica mueve calor desde el sur hacia el norte y regula el clima en América y Europa. Durante años, la ciencia alertó que el deshielo acelerado de Groenlandia podría detener esta “cinta transportadora” y generar cambios extremos en el clima regional. Sin embargo, el trabajo reciente mostró que el deshielo de la Antártida Occidental puede modificar ese riesgo bajo escenarios severos de calentamiento global.

El equipo responsable de la investigación explicó que el agua dulce que llega desde la Antártida Occidental puede aumentar o reducir la resiliencia del sistema. Este comportamiento depende del momento, la intensidad y la duración del aporte de agua dulce. Por eso, el hallazgo transforma la forma de analizar la interacción entre ambos polos y su influencia en el clima mundial. La UNAM recordó que la AMOC mueve cerca del 90 % del calor oceánico transportado en el Atlántico y es determinante para el clima continental.

El estudio, publicado en Science Advances, fue realizado por Sacha Sinet, Anna von der Heydt y Henk Dijkstra, de la Universidad de Utrecht. Sus resultados mostraron que la descarga simultánea de agua dulce desde la Antártida y Groenlandia no suma efectos negativos. De hecho, puede prevenir un colapso total del sistema. El análisis confirmó esta posibilidad en un modelo climático complejo y abrió nuevas rutas para estudiar la resiliencia del océano Atlántico.

Qué revela el nuevo estudio sobre los polos y el Atlántico

Durante décadas, la comunidad científica siguió con preocupación la evolución del AMOC. La corriente lleva aguas cálidas desde el Caribe hacia Europa y devuelve aguas frías y densas al sur. Si Groenlandia libera demasiada agua dulce, el océano se vuelve menos salino y la mezcla profunda se debilita. En consecuencia, el transporte de calor se ralentiza y el clima de América y Europa entra en una fase de riesgo. Al mismo tiempo, estudios recientes advierten sobre el aumento del deshielo tanto en Groenlandia como en la Antártida Occidental, lo que añade más incertidumbre.

El objetivo central de los investigadores fue identificar si el agua dulce del sur agrava, reduce o altera las posibilidades de que el AMOC colapse bajo la influencia del deshielo de Groenlandia. También buscaron determinar si la coincidencia temporal entre ambos procesos evita efectos dominó y si los modelos climáticos globales pueden diferenciar varias trayectorias futuras.

El equipo diseñó experimentos con el modelo CLIMBER-X. Allí probó diferentes combinaciones de intensidad y duración de deshielos en ambos polos. Los autores aclararon que no quisieron generar predicciones exactas, sino explorar los rangos de respuesta del sistema. Cuando Groenlandia se derritió de forma aislada durante 3 500 años, la AMOC colapsó en todos los escenarios. Con la Antártida sola, la corriente se debilitó, aunque evitó un colapso total. Las sorpresas surgieron cuando ambos deshielos ocurrieron al mismo tiempo.

Los resultados mostraron que el agua dulce de la Antártida Occidental puede modificar la resiliencia del sistema frente a la descarga del norte. Si el deshielo del sur inicia antes o alcanza suficiente intensidad, la corriente puede recuperarse incluso tras perder cerca del 60 % de su fuerza. El momento es clave: si el aporte de agua llega en el instante adecuado, el Atlántico puede evitar el colapso. Pero si se adelanta o se retrasa demasiado, esa protección desaparece.

Riesgos, límites del modelo y urgencia climática

Los investigadores también observaron que en ciertos intervalos la entrada de agua desde la Antártida ayudó a estabilizar la mezcla profunda y permitió que el sistema recuperara fuerza. Este fenómeno cambió patrones en todo el hemisferio sur y ofreció nuevas pistas sobre la sensibilidad del océano.

El estudio reconoció límites importantes, ya que el modelo no incluye procesos como la fusión basal bajo las plataformas de hielo o la descarga desde icebergs. Sin embargo, los científicos advirtieron que el colapso real de los grandes casquetes podría elevar el nivel del mar hasta 4,3 metros. Por eso, insistieron en mejorar los modelos climáticos globales y avanzar en acciones urgentes para frenar el calentamiento global, porque el destino del océano y del clima mundial es más interdependiente de lo que se pensaba.

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reddmemp

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