¿Talando árboles para la COP30?

¿Talando árboles para la COP30?
¿Talando árboles para la COP30?

Las COPs deberían de ser los eventos más fructíferos y ejemplares que los humanos pudieran organizar. Quizá solamente por el simple hecho de que nuestra supervivencia depende (literalmente) de lo que podamos hacer en relación al medio ambiente en los próximos años. Sin embargo, no parece ser así.

La ONU llevará su próxima cumbre climática a la Amazonia tras dos ediciones en países volcados en la extracción de petróleo. Será en Belém, una ciudad de Brasil con una precaria infraestructura y ubicada en la mayor selva tropical del mundo, que se prepara a marchas forzadas para acoger a los miles de personas que desembarcarán en noviembre para participar en la COP30

¿Qué pasó?

Una de las consecuencias medioambientales de querer celebrar la cumbre en un ecosistema sensible es la construcción de una autovía de cuatro carriles y 13 kilómetros que cruza una área protegida en la zona metropolitana.

Se está construyendo una nueva autopista de cuatro carriles que atraviesa decenas de miles de hectáreas de selva amazónica protegida para la cumbre climática COP30 en la ciudad brasileña de Belém.

Su objetivo es facilitar el tráfico hacia la ciudad, que recibirá a más de 50,000 personas, incluidos líderes mundiales, en la conferencia de noviembre. El gobierno estatal promociona las credenciales «sostenibles» de la autopista, pero algunos residentes locales y conservacionistas están indignados por el impacto ambiental.

La Amazonía desempeña un papel vital en la absorción de carbono para el mundo y en la provisión de biodiversidad, y muchos afirman que esta deforestación contradice el propósito mismo de una cumbre climática.

A lo largo de la carretera parcialmente construida, se alza una exuberante selva tropical a ambos lados, un recordatorio de lo que una vez hubo allí. Los troncos se apilan en el terreno despejado que se extiende más de 13 km a través de la selva hasta Belém. Excavadoras y máquinas excavan el suelo del bosque, pavimentando el humedal para pavimentar la carretera que atravesará una zona protegida.

La bautizada como avenida de la Libertad, en Belém, es una autovía que debería estar lista para la cumbre y pretende conectar las ciudades del interior del Estado de Pará con la capital. Las obras, con la consiguiente tala de árboles, han comenzado después de que las autoridades ambientales dieran el visto bueno tras años de polémicas por el impacto ecológico.

El asunto es controvertido porque la autovía cruza una área protegida por ley de 7,500 hectáreas que fue creada hace tres décadas para preservar dos manantiales que abastecen a la ciudad y un parque. Además de su valor ambiental, esos terrenos tienen un significado histórico para los indígenas tupinambá. En respuesta a un reportaje sobre la autovía publicado este miércoles por la BBC, el Gobierno de Lula ha difundido una nota en la que afirma que no es un proyecto federal ni está vinculado con la COP. No obstante, el Ejecutivo estatal prevé terminarla justo un mes antes de la cumbre.

El estado actual de la Amazonía

Belém es una de las grandes ciudades de la Amazonia, capital del estado de Pará. Su economía es muy dedicada al sector agropecuario y un alto índice de violencia, termina teniendo enormes índices de desforestación. Ubicada al sur de la desembocadura del Río Amazonas, la ciudad de la próxima COP tiene 1,3 millones de habitantes y una infraestructura tan pobre que el 80% no tiene saneamiento básico. Al mismo tiempo, no hay suficientes opciones para hospedar a las miles de personas que tendrán que permanecer ahí durante la duración del evento.

Al grado de que los locales están comenzando a rentar sus casas (con una infraestructura paupérrima) por alrededor de un millón de reales brasileños (aproximadamente 4 o 5 millones de pesos).

Y es que en un lapso de cinco años, la Amazonía podría haber perdido hasta 23,7 millones de hectáreas de bosque, una superficie casi tan grande como todo el Reino Unido. Estas son las conclusiones de un estudio publicado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), que plantea tres posibles escenarios de deforestación entre 2021 y 2025: optimista, moderado y pesimista. Según el escenario pesimista, en tan solo cinco años, el bosque tropical más grande del planeta perderá la mitad de lo que perdió en los últimos 20 años (54,2 millones de hectáreas).

El estudio «Deforestación en la Amazonía al 2025» abarca la zona denominada por la RAISG como «Región Amazónica», que abarca nueve países y aproximadamente 850 millones de hectáreas (8,5 millones de km²), incluyendo toda la cuenca del río Amazonas y tramos de transición hacia otros biomas, como los Andes, el Cerrado, el Chaco y el Pantanal.

Los resultados muestran que factores de cambio en el uso del suelo, como la ganadería, la minería y la expansión de la infraestructura vial, continúan ejerciendo una enorme presión sobre el bosque y sus poblaciones. Actividades como la minería de oro, el cultivo de coca y el tráfico de drogas y armas agravan la situación, poniendo en riesgo a quienes protegen el bosque.

Y suena como lo más irónico que puede haber, que en un contexto de este tipo, sabiendo lo que sabemos sobre lo delicado (y esencial) que es este ecosistema, terminen por incurrir en las mismas prácticas que desean eliminar.

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