Si bien varios estudios han demostrado el efecto positivo de una dieta vegana en la salud humana (mayormente debido al mayor consumo de verduras, frutas, nueces, cereales, etc), la mayor prevalencia de comida ultraprocesada vegana plantea un riesgo de ingesta nutricional desequilibrada.
La dieta vegana ha sido adoptada por cada vez más personas en el mundo. Actualmente se estima que aproximadamente 80 millones de personas en el mundo practican el veganismo y el número sigue creciendo. Esto ha dado pie a un nuevo sector de mercado que está buscando productos que empaten con su dieta y su estilo de vida, desde restaurantes hasta tiendas. Respondiendo a esta demanda han surgido un sinfín de productos veganos ultraprocesados con la intención de sustituir las versiones originales de origen animal. Algunos ejemplos son los quesos, los embutidos como salchichas y chorizo, las hamburguesas, etc.
Estos productos han sido comercializados bajo los principios del greenwashing, consistiendo esencialmente en hacer parecer que un producto es saludable y de origen natural cuando en realidad sus propiedades nutricionales son sumamente bajas. Con la dieta vegana siendo adoptada cada vez más por miles de personas alrededor del mundo, esto ha probado ser una estrategia sumamente redituable.
¿Qué son los alimentos ultraprocesados y por qué son malos?
Los alimentos ultraprocesados se definen como formulaciones de sustancias que se toman de los alimentos (los tres nutrientes principales: almidones, grasas y aislados de proteínas) combinadas con saborizantes, colorantes, emulsionantes y otros aditivos.
Estos productos tienen rasgos característicos que incluyen altas cantidades de calorías, alto contenido de sodio, alto contenido de grasas saturadas y azúcares. Al mismo tiempo son bajos en vitaminas y minerales, al igual que en fibra dietética. Los alimentos con estas características son a los que se les refiere como “bajo contenido nutricional” es decir: alto contenido calórico a cambio de nutrientes y niveles de saciedad bajos.
Los recientes avances en la industria alimentaria han permitido la creación de nuevas carnes y sustitutos lácteos de origen vegetal. Suelen contener almidón de papa, proteína de chícharo, proteína de quinoa, entre otros ingredientes. Una buena parte de ellos están clasificados como alimentos ultraprocesados.
El problema de estos productos es que en el ultraprocesamiento, los cambios ue sufren resultan en que prácticamente los productos ya no son, realmente, alimentos. Y a composición física y química, y las cantidades excesivas de ingredientes refinados, están afectando nuestra salud. Esto no tiene nada que ver con la intención real de adoptar una dieta vegana.
¿Ser o no ser vegano?
El veganismo es una alternativa de alimentación y estilo de vida que tiene entre sus principales objetivos ser amigable con el planeta y mejorar la salud de quién la consume. Lamentablemente, el consumir estos productos no cumple ninguno de estos dos objetivos. Al ser altamente procesados inevitablemente generan emisiones de carbono durante su fabricación y la mayoría del tiempo sus envases o contenedores están hechos de plástico.
La realidad es que estas alternativas a los productos de origen animal en una dieta vegana se han hecho cada vez más comunes, especialmente en países donde la cantidad de personas que practican el veganismo crece exponencialmente.
Los lanzamientos de productos de alimentos preparados de origen vegetal se triplicaron entre 2013 y 2018. En el Reino Unido, la mitad de la población ha añadido sustitutos de la carne a su dieta, mientras que casi un tercio opta por leches alternativas.
Por otro lado, en Francia, estos alimentos representan el 39,5% de la ingesta total de calorías en una dieta vegana típica, más que para los vegetarianos y los carnívoros. Esto también significa un aumento en el consumo de alimentos que, en su mayor parte, son nocivos para la salud
¿Cuál es la alternativa?
Es importante mencionar que la idea detrás del veganismo, es decir: una dieta compuesta de plantas y granos enteros sigue teniendo un alto grado de beneficios para la salud, entre ellos está reducir el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares al igual que un mejor manejo de la diabetes (o el riesgo de ella).
La dieta vegana tiene altos beneficios para la salud además de, en su mayor parte, tener un impacto positivo en el medio ambiente y las emisiones de carbono. Sin embargo la mejor dieta vegana sería una en la que estamos dispuestos a cocinar frecuentemente (con productos naturales) al igual que informarnos ampliamente sobre los ingredientes y macronutrientes de lo que consumimos.
No se trata de contar calorías, sino de realmente saber qué estamos comiendo y no dejarnos llevar por empaques o slogans. Si sabemos qué comemos y de dónde vienen nuestros alimentos tenemos mucha más probabilidad de tener una dieta más sana, independientemente si somos veganos o no.
Al mismo tiempo es importante que nuestras dietas estén compuestas por alimentos reales: frutas, verduras, cereales enteros, semillas. Seamos veganos o no, estos son alimentos que deben estar presentes en cualquier dieta balanceada y deben ser acompañados de buenas fuentes de proteína (en el caso de proteína vegana, el tofu y el tempeh son buenas opciones que no son ultraprocesadas).
Nuestra alimentación es de las pocas cosas en las que realmente tenemos control y una de las que probablemente nos afectará más en nuestra vida, por lo que es importante tener conocimiento de ella más allá de lo que las marcas quieran vendernos.














