Abeja melífera puede poner patas arriba todo el ecosistema

Abeja melífera puede poner patas arriba todo el ecosistema

La simple introducción de la conocida abeja melífera (o doméstica) en un entorno donde sea invasiva puede poner patas arriba todo el sistema.

De acuerdo a un estudio que publica Nature y en el que ha participado Jordi Bascompte, premio Ramón Margalef de Ecología e investigador de la Universidad de Zúrich (Suiza), demuestra cómo cualquier interacción genera cadenas de efectos directos e indirectos que alteran la aptitud de las especies que coevolucionan en las redes naturales.

El nuevo estudio, realizado con métodos analíticos y simulaciones numéricas de 186 redes, amplía el foco para mostrar las afectaciones directas e indirectas que “alteran la aptitud de las especies que coevolucionan en estas redes”.

Algunas pueden pasar inadvertidas, otras pueden ser bienintencionadas, pero catastróficas, y otras pueden enmascarar las consecuencias durante años, hasta que son irreversibles. En cualquier caso, ninguna es completamente inocua. El equilibrio en la naturaleza es inestable y comprenderlo es fundamental para prevenir o actuar.

Una abeja doméstica convertida en invasora

“Las especies periféricas soportan más efectos indirectos y experimentan mayores reducciones en la aptitud que las especies centrales [las protagonistas de la red mutualista, aquellas especies que interaccionan de forma directa con muchas otras especies]”, defiende el estudio. “Este efecto topológico”, añaden los investigadores, “también fue evidente cuando analizamos un estudio empírico de una invasión de la abeja doméstica.

A medida que las melíferas se integraron como una especie central dentro de las redes, aumentaron los efectos indirectos en otras especies, reduciendo su aptitud. Nuestro estudio muestra cómo y por qué tales efectos indirectos pueden gobernar el paisaje adaptativo de conjuntos mutualistas ricos en especies”.

“Esta teoría de la eficacia biológica nos permite mapear los cambios de cada una de las redes y ver que hay especies que se ven beneficiadas y otras especies que se ven desfavorecidas”, explica Bascompte.

Algunos ecosistemas, como los arrecifes de coral y los bosques tropicales, dependen en gran medida de relaciones de beneficio mutuo. “Las interacciones mutualistas, por definición, aumentan la aptitud de los individuos que interactúan y se completan con cambios evolutivos recíprocos”, según recuerda el estudio.

Pero ese beneficio directo puede generar efectos indirectos y afectar a la misma capacidad de supervivencia de otras especies, especialmente las periféricas, que no coevolucionan de la misma forma.

“Cuanto mayor sea la contribución de los efectos indirectos generados por otras especies a la evolución de otra, menor será la aptitud de esta”, concluye el estudio.

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