El futuro de los recursos hídricos en Brasil se encuentra bajo creciente presión debido al avance del cambio climático y la sobreexplotación de fuentes subterráneas de agua. Aunque el país concentra una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, la capacidad de sus acuíferos para sostenerse como fuente crítica frente a sequías más prolongadas y severas está en riesgo.
En este contexto, un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de São Paulo (IGc-USP) y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) ofrece evidencia científica sobre el deterioro proyectado de estos sistemas. Publicado en la revista Environmental Monitoring and Assessment, el trabajo analiza escenarios climáticos para las próximas décadas y evalúa las posibilidades de recarga de los acuíferos bajo diferentes trayectorias de emisiones de gases de efecto invernadero. La investigación adquiere mayor relevancia a pocos meses de la COP30, que se celebrará en Belém, Brasil, en noviembre, donde se negociarán políticas globales de mitigación y adaptación climática.
El estudio revela que el cambio climático podría transformar radicalmente la disponibilidad hidrogeológica de Brasil, país donde más de 112 millones de personas dependen directamente de los acuíferos. Los modelos climáticos proyectan un aumento de la temperatura media anual de entre 1,02 °C y 3,66 °C hacia finales de siglo, dependiendo del escenario de emisiones.
Además, se anticipa un patrón de lluvias más irregular, con precipitaciones concentradas en cortos periodos, lo que provoca mayores escurrimientos y menor infiltración al subsuelo. Según el investigador Ricardo Hirata, en las regiones sureste y sur del país la recarga podría caer drásticamente, afectando acuíferos como el Bauru-Caiuá, con reducciones de hasta 27,94%, así como reservas fundamentales como Bambuí Cárstico, Furnas, Serra Geral, Guaraní y Parecis. En algunos casos, la disminución anual de recarga alcanzaría los 666 milímetros, comprometiendo la seguridad hídrica de sectores urbanos y agrícolas.
El grupo de expertos utilizó modelos de balance hídrico apoyados en sistemas de información geográfica y datos del Coupled Model Intercomparison Project Phase 6 (CMIP6), que permitieron simular escenarios bajo trayectorias de emisiones moderadas (SSP245) y pesimistas (SSP585). Las simulaciones, proyectadas en tres periodos (2025–2050, 2050–2075 y 2075–2100), muestran un descenso sostenido en la disponibilidad de agua superficial en el norte, oeste y sudeste de hasta 261 milímetros por año, aumentando así la presión sobre los recursos subterráneos.
El panorama que trazan los investigadores plantea un reto mayúsculo para las políticas públicas. La gestión del agua en Brasil deberá adaptarse a escenarios de mayor demanda y menor disponibilidad, lo que implica inversiones en tecnologías de recarga artificial, uso eficiente en la agricultura —que consume la mayor parte del agua— y políticas de conservación de cuencas.
El riesgo es claro: si no se desarrollan estrategias de mitigación y adaptación, la pérdida de capacidad de los acuíferos podría comprometer tanto el abastecimiento humano como la producción agrícola en vastas zonas del país. La COP30será un escenario clave para visibilizar este desafío y presionar a favor de acuerdos que integren la seguridad hídrica dentro de los compromisos climáticos globales.
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