El alumbrado público ha sido una característica intrínseca de las grandes ciudades, haciéndose cada vez más frecuente e intenso. Ahora es normal que en la calle veamos luces y pantallas LED y que además permanezcan encendidas toda la noche sin ajustarse al nivel de oscuridad.
Sin embargo, existe algo antinatural de tener este grado de luminosidad a lo largo de horas de la noche que deberían de ser de total oscuridad. Y a pesar de que el hecho de tener oscuridad total en grandes urbes podría significar un importante riesgo para las personas, el tener luces tan brillantes todo el tiempo tampoco es lo ideal. Especialmente para los animales e insectos.
Las consecuencias para los animales e insectos
Las luces que permanecen encendidas toda la noche hacen que las hojas se vuelvan tan duras que los insectos no pueden comerlas, lo que amenaza la cadena alimentaria, según un estudio. Los científicos notaron que los árboles en los ecosistemas urbanos mostraban mucho menos daño que los de áreas más rurales. Su investigación, publicada en Frontiers in Plant Science, ha arrojado luz sobre una posible razón.
Las luces artificiales encendidas (como las del alumbrado público) pueden hacer que las hojas se vuelvan más duras y menos apetecibles para los insectos. La luz artificial del alumbrado público tuvo un efecto sorprendente en las hojas de los árboles estudiados. Los científicos probaron dos especies comunes de árboles callejeros en Beijing: la pagoda japonesa y los fresnos verdes. Los árboles pagoda tienen hojas más pequeñas y suaves que los insectos prefieren masticar. Los investigadores pensaron que las plantas en áreas con altos niveles de luz artificial podrían centrarse en la defensa en lugar del crecimiento, lo que significaría que sus hojas serían más duras y con más compuestos químicos de defensa.
Descubrieron que cuanto más luminosidad había, más duras eran las hojas. En las áreas más iluminadas por la noche, las hojas eran extremadamente duras y no mostraban signos de que los insectos las masticaran. Los investigadores dijeron que, si bien no entendían completamente por qué sucedió esto, sugirieron que los árboles expuestos a la luz artificial podrían extender la duración de su fotosíntesis. Esto se debe a que la herbivoría es un proceso ecológico natural que mantiene la biodiversidad de los insectos
Los investigadores indicaron que “La disminución de la herbivoría puede provocar efectos en cascada trófica en la ecología. Niveles más bajos de herbivoría implican una menor abundancia de insectos herbívoros, lo que a su vez podría resultar en una menor abundancia de insectos depredadores, aves que se alimentan de insectos, etc. La disminución de los insectos es un patrón global observado en las últimas décadas. Deberíamos prestar más atención a esta tendencia.”
Lidiando con la contaminación lumínica
La contaminación lumínica ha aumentado aproximadamente un 10 por ciento cada año durante la última década, lo que la convierte en uno de los cambios más drásticos que los humanos han realizado en el medio ambiente, y los insectos de todo el mundo lo están notando.
La luz artificial nocturna afecta a la vida silvestre en todo el mundo: estudios muestran que distorsiona los ritmos circadianos de los animales, interfiere con la reproducción de los anfibios, confunde a las crías de tortugas marinas que buscan la luna y desvía de su curso a las aves migratorias.
Es por esto que es muy importante reevaluar qué tanta luz necesitamos para mantener nuestras calles y circulación seguras, y cuáles terminan siendo agregadas únicamente por costumbre. No todos los lugares requieren la misma cantidad de iluminación. Asimismo deberíamos de intentar modular la iluminación en áreas verdes como parques y bosques así como árboles grandes en donde existe mayor población de aves e insectos.
El tener luces y pantallas LED como espectaculares de publicidad es algo reciente y que definitivamente no es una necesidad. A pesar de que estos recursos puedan parecer atractivos y modernos, no siempre son la mejor opción, especialmente en áreas donde hay árboles y parques.
Una alternativa a este problema sería aprender a modular la intensidad de las luces sin tener que eliminarlas por completo. Los autores del estudio recomienda simplemente reducir la intensidad de la luz para minimizar los impactos negativos. El estudio encontró una relación lineal entre el brillo nocturno y la cantidad de hojas que comían los insectos, por lo que simplemente reducir la intensidad de la luz podría hacer que las hojas sean más atractivas para los insectos.
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