Desde muy pequeño, Salvador Sánchez descubrió una pasión que se convertiría en su misión de vida: las ranas. Desde siempre, su fascinación ha sido la naturaleza. Especialmente lo exótico y peculiar. “Fue un instinto muy básico para mi, siempre me llamaron la atención las cosas más peculiares, no lo típico”, comenta el arquitecto de profesión.
Su interés se tornaba alrededor de los colores, texturas y patrones que encontraba en distintas cosas, pero principalmente en los anfibios. Así, de la vista nació el amor por las diversas especies exóticas de ranas que habitan el mundo.
Poco a poco, comenzó a adentrarse más en el mundo de estos anfibios. A leer, aprender y estudiarlas más. Primero en los libros de biología y en las fuentes que encontraba. Después, en su hábitat natural.
Acercamiento a la selva, y a las ranas
A los 14 años, Salvador tuvo la oportunidad de ir a Costa Rica, a conocer la selva y poder ver de cerca a la especie de ranas blue jeans.
“Desde siempre, mi sueño era ir a la selva. Pero a mis papás les parecía un poco peligroso. Afortunadamente, a los 14 por fin se me hizo y me llevaron a Costa Rica”, donde viven una de las ranas más comunes y más famosas de esta familia”, comenta Salsan, como lo conocen.
Salvador recuerda como, era tanta su emoción, que durante una parada a desayunar de camino a la playa, decidió adentrarse un poco en la selva que se encontraba a su alrededor.
“Empecé a caminar, me metí un poco, y de repente llegué a un árbol donde encontré una familia de estas famosas blue jeans. Estaba súper emocionado, no podía creer que las estaba viendo en vivo”.
Después de ese primer encuentro, regresando a México, Salvador supo que había encontrado lo que quería hacer: preservar a las ranas.
Entonces comenzó a estudiar más acerca de las ranas y otros anfibios. Pero rápido se dio cuenta la poca información que había, aunque había literatura acerca de las blue jeans y su cautiverio, la mayoría estaba en alemán y holandés.
Por lo que su acercamiento comenzó siendo por traducir estos textos. A partir de ahí comenzó a hacer pruebas para armar casas para estas ranas, ya que se comenzó a dar cuenta que los principales lugares de cuidado y venta de animales no tenían la información correcta, ni las casas adecuadas para los anfibios.
“El bienestar de estos animales siempre estuvo a la par del aprendizaje, por eso decidí buscar por mis propios medios. Para poder darles un lugar más digno”, comenta el artista.
Descubriendo y creando una comunidad
Así, buscando distintas fuentes y más información, Salvador fue encontrando foros y personas con los mismos intereses que él. Entonces conoció a Ismael, quien tenía una tienda e importaba reptiles. Él fue quien le consiguió su primera rana.
Posteriormente, fue conociendo a otras personas que coleccionaban y conservaban diversas especies de ranas, alrededor de toda la república.
“Empezamos a hacer una comunidad, y se comenzó a abrir el mercado. Cada uno se especializó en distintas especies, o plantas, diversas cosas que ayudaron a crecer más la comunidad”, cuenta Salvador.
Ahí descubrió la cantidad y variedad tan grande que hay de reptiles y anfibios. Y también comenzó su primer negocio: hacer cultivos para el alimento de estos, y venderlo.
Con esto comenzó a crecer su mercado, y su colección de animales. Siempre impulsado por la pasión de encontrar las especies más peculiares y exóticas.
Por lo que se hizo de una colección muy interesante, que habitaba en lo que primero fue su estudio durante la carrera. Esto le permitió estudiarlas más, conocer las particularidades de cada especie: ¿por qué tienen cada color, cada patrón? ¿por qué hacen ciertas cosas?
Para él no era solo tenerlas y admirarlas, “se convirtió en un hobby multidisciplinario”, comenta, “porque había mucho de por medio. Tienes que meterte al tema de botánica, ingeniería, diseño, también química”.
No solo es conocer al animal, también su entorno y cómo recrearlo de manera correcta.
De hobby, a proyecto de vida
A pesar de que empezó como hobby, Salvador ha buscado la manera en la que pueda dedicarse a la conservación y preservación de los anfibios, y especialmente las ranas. A pesar de las limitaciones que ha encontrado.
No solo de información, que él y otras personas poco a poco han ido ampliando en los últimos años, pero también lo poco alentado que se sintió para seguir por esta profesión.
“Me costó trabajo, porque en el entorno en el que yo crecí, nadie te incita o te promueve a dedicarte a cosas así: ve y estudia biología, o haz esto. Entonces me limitaron mucho en mi entorno general”, platica. “Siempre había alguien que me recordaba que era tan solo un hobby”.
Salvador estudió arquitectura, donde aprendió muchas cosas, y muchas bases para poder hacer lo que hace hoy. Saliendo de la carrera finalmente decidió llevar a su hobby al siguiente nivel.
“Cuando me independizó, entré en un proceso de crecimiento personal. De decir, ¿quién me limita? ¿por qué alguien más va a dictar lo que tengo que hacer?”, por lo que a partir de ahí comenzó a clavarse más en el tema y buscar la manera de dedicarse a su pasión.
Así, después de años de estudias y conocer a estos anfibios y de dos expediciones a la selva, surge su proyecto Dardo, y con él, el el programa Corazón de la Selva, dedicado a la conservación y preservación.
A través de una red sustentable trabaja con especies de ranas venenosas en cautiverio, para su reproducción y regulación genética, además de un programa de investigación científica e innovación en arquitectura de ecosistemas. Explica la descripción en su sitio web.
“Muchos no entienden, y hasta satanizan el cautiverio, pero la realidad es que es necesario”.
Pasa Salvador es importante conservarlas y preservarlas. “Nos enfrentamos a dos batallas, a dos crisis, cuando hablamos de estos anfibios. Por un lado la crisis de su hábitat, por otro, la del cautiverio”, afirma Salvador.
Por lo tanto, la idea del programa de Corazón de la Selva es que funcione como un Arca de Noé. Un programa que cuente con las diversas variedades de ranas, para además de preservarlas para un futuro. Para salvar a las ranas, a la selva y al mundo.
“El motor del proyecto no es nada más que sean ranas con colores fascinantes y una variedad de patrones inigualables, de los cuales puede surgir grandes fuente de inspiración. Sino que también estamos hablando de los animales que producen las neurotoxinas más complejas que existen en el planeta”, explica Salvador.
Neurotoxinas que han sido poco exploradas por el ser humano, pero que podrían ser de gran ayuda para el ser humano, y el planeta.
“Hoy en día ya sabemos de una toxina, la epibatidina, que es 250 veces más potente que la morfina, y que de ahí se podría desarrollar un medicamento que sustituya por completo a la morfina para pacientes con dolor crónico”, nos cuenta Salvador.
Las ranas, y los anfibios, pueden ser fuente para muchas cosas, siempre y cuando se haga de manera sustentable, sin explotar, extrayendo y optimizando las toxinas y péptidos que encontramos en estas especies.
Pero para eso, deben de sobrevivir primero la crisis climática y explotación del planeta.
Te puede interesar: Estudio revela qué especies están siendo más afectadas por el cambio climático
Perfil del Autor

- Eugenia Hegewisch