El año pasado fue el más caluroso registrado en la historia, y las temperaturas medias globales superaron por primera vez el umbral de 1,5 grados celsius por encima de las de la era preindustrial. Al mismo tiempo, la tasa de crecimiento de la demanda energética mundial aumentó drásticamente, casi duplicándose con respecto al promedio de los 10 años anteriores.
A partir de las medidas que las personas suelen tener que tomar para contrarrestar los efectos del calor, ahora podemos ver que existe un patrón y una íntima relación con el consumo de energía. Hoy sabemos que el calor récord y el rápido aumento de la demanda energética están estrechamente relacionados, según las conclusiones de un nuevo informe de la Agencia Internacional de la Energía.
Esto se debe a que el aumento de las temperaturas provocó un mayor uso de tecnologías de refrigeración como el aire acondicionado. Los electrodomésticos que consumen mucha electricidad sobrecargan la red eléctrica, y muchas empresas de servicios públicos satisfacen la demanda adicional quemando carbón y gas natural.
Todo esto ha creado un círculo vicioso preocupante: un mundo más caluroso requiere más energía para refrigerar hogares y oficinas, y lo que ha estado fácilmente disponible es energía procedente de combustibles fósiles, lo que ha generado más emisiones que contribuyen al calentamiento global.
Esta dinámica es precisamente lo que muchos países esperan frenar mediante el desarrollo de energías renovables y la construcción de centrales nucleares. Incluso la demanda en las economías avanzadas está volviendo a aumentar tras años de descensos, con el rápido crecimiento de la electricidad a nivel mundial impulsando el consumo de energías renovables, gas, carbón y energía nuclear.
La demanda mundial de energía creció a un ritmo superior al promedio en 2024, a medida que el consumo de electricidad aumentó en todo el mundo, con un mayor suministro de energías renovables y gas natural que cubrió la mayor parte de las necesidades energéticas adicionales, según el informe.
La AIE estimó que si los fenómenos meteorológicos extremos de 2024 no se hubieran producido —es decir, si el clima hubiera sido exactamente igual en 2024 que en 2023—, el aumento global de las emisiones de carbono para ese año se habría reducido a la mitad.
Un factor importante que elevó la demanda mundial de electricidad el año pasado fue el calor extremo, en particular las olas de calor en Estados Unidos, China e India, según el informe. La primavera pasada, las temperaturas en Nueva Delhi alcanzaron los 52 °C, y en el norte de China se batieron récords.
Este franco aumento de la demanda tuvo consecuencias, ya que estos efectos de la temperatura impulsaron aproximadamente una quinta parte del aumento general de la demanda de electricidad y gas natural.
Otros sectores con un uso intensivo de electricidad crecieron en 2024. Por ejemplo, la capacidad de los centros de datos aumentó alrededor de un 20 %, principalmente en Estados Unidos y China.
Las energías renovables, como la solar y la eólica, no son tan eficaces para gestionar los grandes y repentinos aumentos de la demanda de electricidad durante las olas de calor. Y aún no se están implementando con la suficiente rapidez como para cumplir con los objetivos globales de triplicar la capacidad renovable para 2030.
Para satisfacer la repentina demanda de electricidad y ayudar a las personas a evitar el estrés térmico, algunos países quemaron carbón para alimentar aires acondicionados y otras tecnologías de refrigeración. Esto provocó que la demanda general de carbón aumentara un 1% el año pasado, alcanzando un récord. El informe de la agencia concluyó que todo el aumento de la demanda de carbón podría explicarse por las temperaturas extremas.
De manera que el quemar carbón para contrarrestar los efectos del calor propició las condiciones para que hiciera más calor. El mundo al revés.
El año pasado, solo dos categorías representaron prácticamente la totalidad del crecimiento de la demanda de petróleo: la aviación y el transporte marítimo, y los plásticos.
Los plásticos se han convertido en una parte cada vez más importante de los planes de crecimiento de las compañías petroleras a medida que los coches y camiones se vuelven eléctricos y otros sectores utilizan menos petróleo. El petróleo es un material clave en la fabricación de plásticos.
Es por eso que, más allá de cambiar las fuentes de energía que solemos usar (como cambiar nuestros coches a vehículos eléctricos o utilizar energías renovables) es sumamente importante cambiar nuestros hábitos de consumo para dejar de tener un impacto negativo en el uso de la energía.
Sin embargo, si lo que consumimos está hecho de plástico (y a su vez de petróleo) y los métodos de producción involucran los combustibles fósiles, entonces sigue siendo difícil encontrar una alternativa que no implique seguir optando por el petróleo.
Una de las lecciones que este reporte nos deja es que todo lo que hacemos tiene una influencia importante en el consumo mundial de energía: desde prender nuestro ventilador hasta cómo usamos la inteligencia artificial, es por eso que debemos ser sumamente conscientes de nuestro consumo en todos los pasos, como si cada paso tuviera un precio. Porque así lo es.
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