Ciudad de México 20 octubre._ La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) puso en marcha un proyecto para que científicos y ciudadanos recopilen material genético de desechos, mucosas y células de peces de determinados entornos declarados patrimonio mundial.
Reunir esa información permitirá a organizaciones y gobiernos desarrollar esfuerzos de conservación eficaces, además de ayudar a dimensionar el papel que estas áreas marinas protegidas tienen para preservar especies en peligro de extinción, incluidas las de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Llamado eDNA (por sus siglas en inglés), el trabajo consiste en recoger y analizar muestras del medio ambiente (suelo, agua, aire) en lugar de extraerlo de un organismo individual. La Unesco prevé que el proceso dure dos años. Contribuirá a la medición de la vulnerabilidad de la biodiversidad marina debido al cambio climático.
Parte del denominado Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), cuyo objetivo es “reforzar y diversificar las fuentes de financiación”, gracias a eDNA se podrán comprender las tendencias mundiales e informar sobre los esfuerzos para proteger los ecosistemas marinos.
La subsistencia de casi 3 mil millones de personas en el mundo depende de la biodiversidad marina y costera. Asimismo, los océanos se encargan de absorber casi un tercio del dióxido de carbono generado por la humanidad. Pese a su relevancia, la Unesco advierte que la ciencia no ha conseguido evaluar los efectos acumulativos que tienen las actividades humanas en los océanos.
Especies en riesgo
“Los sitios del patrimonio mundial tienen un papel fundamental en la protección de los ecosistemas marinos de valor universal excepcional y ofrecen la oportunidad de apreciar y preservar ese entorno. El cambio climático está afectando el comportamiento y la distribución de la vida submarina”, declaró Ernesto Ottone R, subdirector general de Cultura de la Unesco.
Esos sitios son reconocidos por su biodiversidad única, sus ecosistemas excepcionales o por representar etapas importantes de la historia de la Tierra. El primer sitio reconocido fue la Gran Barrera de Coral en Australia, en 1981; la lista ha crecido hasta albergar una red mundial de 50 lugares, esenciales para sanear el océano.
“El muestreo de ADN ambiental puede proporcionar una capacidad innovadora, asequible y largamente esperada para comprender mejor los ecosistemas oceánicos, su composición y comportamiento, y empezar a gestionar sus recursos de forma más sostenible”, afirmó Vladimir Ryabinin, subdirector general y secretario ejecutivo de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco. “Es un paso hacia la visión del Decenio de los Océanos de desbloquear el conocimiento a fin de crear el mar que deseamos para 2030”.
El proyecto aún está en una etapa temprana, de modo que los protocolos estándar para el muestreo y la gestión de datos se racionalizarán en el proyecto de la Unesco. Por primera vez se aplicará una metodología coherente en múltiples áreas protegidas de forma simultánea. Los ciudadanos que deseen colaborar en el proyecto se pueden poner en contacto con la coordinadora del Programa Marino de la Unesco, Fanny Douvere, o el biólogo ambiental Ward Appeltans, a través de la página www.ednaexpeditions.org
Fuente: jornada.com.mx
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