La industria de la moda y el fast-fashion: la más contaminante del mundo 

Industria del vestido, la más contaminante del mundo
La industria de la moda y el fast-fashion: la más contaminante del mundo 

Según un informe de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria del vestido se ha consolidado como la segunda industria más contaminante del mundo. 

La gran oportunidad es reutilizar la ropa que ya ha sido producida, la cual, dicho sea de paso, puede dotarnos de un toque de originalidad, refiere Iván Carrillo explorador para National Geographic Society y director de contenidos científicos de Fluxus Casa Productora. 

“Que se ponga de moda salvar al planeta”, exclama. 

Refiere que un estudio de la revista Nature, en los últimos 40 años, las grandes marcas han duplicado la producción de prendas de 5.9 a 13 kg al año.  

¿A qué se debe esta producción desproporcionada que supera por mucho la necesidad de vestirnos?, se pregunta.  

La respuesta, dice, está en el fast fashion, una actividad que impone tendencias y construye mercados instantáneamente, lanzando microtemporadas casi semanalmente a precios muy bajos y que, por si no bastara, promete aumentar su producción actual de 62 millones de toneladas de productos textiles por año a 102 millones de toneladas para el 2030. 

Basta una muestra para ejemplificar lo dicho; y explica que para elaborar un kilo de tela de algodón, se requieren 10,800 litros de agua. De esa cantidad, el 45% representa el agua para riego; el 41% es agua de lluvia que se evapora del campo de cultivo durante el periodo de crecimiento; y el 14% es el agua necesaria para diluir el agua residual que resulta del uso de fertilizantes en el campo y de sustancias químicas en la industria textil.  

Añade que para el blanqueamiento de la tela se requieren aproximadamente 30 mil litros de agua por tonelada de algodón y para el teñido de la tela otros 140 mil litros.  

Así, una playera hecha de este material, con un peso aproximado de 250 gramos, tiene una huella hídrica de 2,700 litros. 
Ante esto reflexiona que “hay muchas acciones que cada uno de nosotros puede hacer para reducir este impacto” en el planeta. 

Y una de ellas es desestimar la compra de nuevas prendas y con crear conciencia sobre el origen de las que decidamos adquirir, pues cada vez más existen modas cuya manufactura puede ser rastreada y que ofrecen prácticas de mucho menor impacto ambiental negativo y mayor impacto social positivo. 

Adquirir prendas usadas revaloradas por su autenticidad y que han sido «revividas” para adaptarlas a sus gustos y formar parte de un “look” original a un costo tan bajo que ni la moda instantánea puede competirle. 

Finalmente, refiere en su artículo que en el establecimiento que ingresó regresó su hijo con una sudadera de una marca y modelo propios de mi época juvenil bajo el brazo.  

“Al contemplarlo con su prenda «retro», me pregunto si, en última instancia, la verdadera moda no reside tanto en las tendencias externas como en la capacidad interna de reinventarnos y encontrar autenticidad en nuestras elecciones. ¿Es utópico el pensar que se ponga de moda proteger el planeta?” 

Con información de El Universal 

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