¿Cuál es el negocio tras el envío de basura plástica a América Latina?

Basura

El vaso plástico que tiró a la papelera un ciudadano en Washington puede terminar en un vertedero en América Latina. La basura plástica se vende, se exporta en barco como cualquier otro producto comercial tradicional: 11,23 millones de toneladas de residuos contaminantes se intercambian en todo el mundo cada año, según los últimos datos estadísticos públicos de la ONU.

Estados Unidos es el segundo exportador de desechos plásticos en el mundo, justo por detrás de China. Y la basura la echa por la ventana: casi el 46% de los desechos de este tipo que exporta termina en Canadá y México, según la base de datos USA Trade Census que cita Statista.

México, «el tiradero» de Estados Unidos

Los mexicanos recibieron en 2021 un total de 84.410 toneladas, muy por encima de El Salvador (13.350 toneladas), Ecuador (6.660) y Honduras (6.170).

Ya en 2020 las exportaciones de basura de EEUU a América Latina habían aumentado 100%, según una alerta que hicieron en diciembre pasado 70 ONG ambientalistas en una carta pública.

Toda la región recibe de este país más de 122 mil toneladas de desechos plásticos, que –publica Statista– puede sumar un valor de exportación de casi 86 millones de dólares.

Estados Unidos enviaba su basura principalmente hacia China, pero desde 2018 el gigante asiático cambió sus políticas de recepción de estos desechos. Así, los barcos fueron redirigidos hacia Latinoamérica y el mercado ha ido creciendo aceleradamente.

Europa también envía su basura a países subdesarrollados

Esta práctica de “esconder la basura” no es exclusiva de EEUU. Europa, por ejemplo, hace sus envíos principalmente al sureste asiático. Japón, Alemania, Bélgica, Francia, Holanda y España también lideran la lista de exportaciones de desechos plásticos.

El comercio de esta basura no lo hacen los Gobiernos, pero su poco control facilita el intercambio. “Tienen esquemas normativos que no son muy fuertes. No tienen restricciones, como las que ahora tiene China. Son industrias ilegales de reciclaje”, advierte Durán.

“América Latina no es un basurero”, recuerda el comunicado que hicieron públicos las ONG en diciembre. Aunque el Convenio de Basilea tiene tres años de haber sido firmado, hasta ahora no ha sido suficientemente eficaz para detener este negocio.

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