En las últimas dos décadas, las islas de Cuba, Jamaica, Puerto Rico y La Española, en el Caribe, han atravesado profundos procesos de deforestación y erosión del suelo que han puesto en peligro el bienestar de los ecosistemas y las comunidades costeras.
De acuerdo con la organización Conservación Internacional entre 2001 y 2021, sólo en la isla de Puerto Rico se registró una pérdida de 16 mil 286 hectáreas de bosque.
Cuba, hogar de 36% de todos los arrecifes de coral del Caribe, la deforestación supera las 41 mil hectáreas, una cantidad equivalente a poco más de la mitad de La Habana, su capital.
Basta recordar que la temporada de huracanes de 2017 provocó 10% de las pérdidas de bosques en Puerto Rico durante las últimas dos décadas.
El suelo y desarrollo urbano
La organización señala que el cambio de suelos para la agricultura y el desarrollo urbano son dos de los principales factores detrás de este fenómeno que también afecta a los pantanos de manglares, un tipo de bosques clave en la protección de las costas caribeñas, especialmente ante los temidos ciclones y marejadas.
Manglares son defensores del Caribe
La UNESCO calcula que algunos países han perdido más de 40% de sus manglares.
Los bosques de mangle, además de ser hogar de una gran diversidad de flora y fauna que también sirve de alimento para comunidades locales, son, en comparación con otros árboles y bosques terrestres, hasta 10 veces más potentes en la absorción de carbono.
De hecho, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los manglares del mundo retienen cada año hasta 22.8 millones de toneladas de carbono en sus raíces, troncos y suelo.
Y, sin embargo, su mayor valor ecológico reside en su rol como barrera natural ante la erosión del suelo, los ciclones y las marejadas que típicamente atacan a los ecosistemas tropicales.
Un estudio de la revista Nature concluyó que, en 2017, durante el huracán Irma en Florida, los manglares sirvieron de protección a unas 500,000 personas y previnieron daños por inundaciones calculados en unos 1,500 millones de dólares. Inclusive, entre las zonas afectadas por el ciclón, aquellas que tenían manglares pudieron reducir los daños casi 25%.
Un informe de GFW apunta que la temporada de huracanes de 2017 fue responsable de la pérdida de 10% de los bosques puertorriqueños.
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