Los últimos días han sido testigos de algunas de las tragedias climáticas más grandes de la historia, y lo que es peor, sucediendo simultáneamente. Sudamérica está viviendo los peores incendios de su historia, con un estado de alerta extremo en Brasil. Por otro lado, se han registrado inundaciones en Polonia y varios países de África junto con incendios en Portugal.
Breslavia, la tercera ciudad más grande de Polonia, ha estado en alerta debido a las inundaciones. La UE dijo que las inundaciones en Europa central que se produjeron simultáneamente con los incendios forestales en Portugal mostraron el colapso climático en acción. En cinco días cayeron más de cinco veces la precipitación media de todo septiembre en franjas de Austria, la República Checa, Hungría, Polonia, Rumania y Eslovaquia, lo que provocó inundaciones devastadoras que mataron a 23 personas en cuatro países.
En Portugal, el gobierno declaró el «estado de calamidad» en la noche del martes mientras decenas de incendios forestales continuaban ardiendo en partes del norte del país. Los incendios forestales dejaron al menos 7 muertos, destruyeron docenas de casas y arrasaron decenas de miles de hectáreas de bosque y matorrales.
En Estrasburgo, el comisario de gestión de crisis de la UE, Janez Lenarčič, dijo que las inundaciones en Europa central, combinadas con los letales incendios forestales de esta semana en Portugal, eran una prueba conjunta del colapso climático.
“No se equivoquen. Esta tragedia no es una anomalía. Se está convirtiendo rápidamente en la norma para nuestro futuro compartido”, dijo Lenarčič a los diputados. “Europa es el continente que se calienta más rápido a nivel mundial y es particularmente vulnerable a los fenómenos meteorológicos extremos”.
Y a pesar de que las declaraciones son verdaderas, la magnitud de las tragedias que ha sufrido Europa frente a aquellas que sufren los países menos desarrollados son realmente mucho menores. Y al mismo tiempo, en los países ricos se tienen mayores recursos para enfrentarlas.
Por otro lado, las inundaciones provocadas por la lluvia han devastado ciudades y pueblos de África occidental y central en los últimos días, dejando más de 1,000 muertos y cientos de miles de viviendas destruidas. Hasta cuatro millones de personas se han visto afectadas por las inundaciones y casi un millón se han visto obligadas a huir de sus hogares, según las agencias humanitarias.
El número exacto de muertes ha sido difícil de contabilizar dada la magnitud del desastre, y las cifras oficiales no están actualizadas. En Nigeria, las autoridades dijeron que al menos 200 personas habían muerto, pero eso fue antes de que las inundaciones afectaran a la región de Maiduguri, que ha añadido al menos 30 personas a esa cifra. En Níger, se ha informado de más de 265 muertos. En Chad, 487 personas habían perdido la vida hasta la semana pasada. En Mali, que se enfrenta a sus peores inundaciones desde la década de 1960, murieron 55.
Durante el fin de semana, muchas personas fueron rescatadas en toda la ciudad después de estar atrapadas por las aguas de la inundación durante días. La planta baja del hospital principal quedó sumergida, destruyendo equipos vitales, muestras y el laboratorio de polio.
La crecida de las aguas arrastró cocodrilos y serpientes mortales fuera del zoológico y hacia las comunidades, mientras que el 80% de los animales del zoológico se ahogaron, según una declaración de Ali Don Best, el director general del Parque del Museo Estatal de Borno, donde se encuentra el zoológico.
En Nigeria y en la mayor parte de la región, las inundaciones están afectando a comunidades ya asoladas por el conflicto, el desplazamiento y la pobreza. Se pronostican inundaciones aún peores para más adelante en el año.
Un precio desigual
Aunque África produce sólo una fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, los africanos soportan una carga excepcionalmente pesada del cambio climático, según la Organización Meteorológica Mundial. Y adaptarse a él costará al África subsahariana entre 30,000 y 50,000 millones de dólares anuales durante la próxima década, o entre el 2% y el 3% del producto interno bruto de la región.
Y es precisamente en este tipo de impacto en el que quizá la crisis climática no discrimina pero sus consecuencias sí terminan siendo discriminatorias, ya que el impacto (y principalmente la capacidad y recursos para enfrentarlo) son sumamente desiguales entre los países desarrollados y aquellos que no lo son.
Sin mencionar que las emisiones (o responsabilidad) que corresponde a los países en vías desarrollados es mucho menor que aquellas de los países ricos. A pesar de que todos los desastres naturales deberían de ser tomados con la misma seriedad, es tiempo de empezar a darle especial atención y recursos a los países que están en mayor riesgo ante esta crisis.
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