El 29 de junio se conmemora el Día Internacional de los trópicos, a raíz del informe State of the Tropics publicado por el Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi en 2014. Este extenso estudio examinó un amplio conjunto de indicadores sociales, económicos y ambientales para responder una pregunta: ¿Está mejorando la vida en los trópicos?
Los trópicos son una región de la Tierra, definida aproximadamente como el área entre el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio. Aunque la topografía contribuye a la variación climática, las zonas tropicales suelen ser cálidas y experimentan poca oscilación estacional en la temperatura diaria.
Una característica importante de los trópicos es la prevalencia de la lluvia en las regiones interiores húmedas cercanas al ecuador, y que la estacionalidad de las precipitaciones aumenta con la distancia desde el ecuador. La región tropical enfrenta varios desafíos como la deforestación, la tala, la urbanización y los cambios demográficos.
La evaluación del estado de los trópicos demuestra que las naciones de la región han logrado avances muy importantes durante las últimas décadas. Sin embargo, la crisis climática está presentando los retos más grandes nunca antes vistos.
Además de esto, la pobreza sigue siendo generalizada en muchas regiones y muchas naciones sufren problemas de salud, educación y gobernanza deficientes. Esto dificulta el tomar acciones concretas para atender la crisis climática, ya que puede parecer que existen otros temas más urgentes al momento. Sin embargo, muchos de los problemas están conectados a la crisis climática.
Los trópicos son una región privilegiada y extremadamente relevante en términos de biodiversidad. La biodiversidad es mayor en los trópicos y al mismo tiempo la pérdida de biodiversidad es mayor en los trópicos que en el resto del mundo.
Los trópicos se enfrentan a una mezcla de amenazas ampliamente documentadas impulsadas por los seres humanos: destrucción de bosques y ecosistemas marinos, sobreexplotación por parte de flotas pesqueras industriales (sobrepesca) y cazadores comerciales, la propagación de enfermedades y especies invasoras. Además de los crecientes impactos de la crisis climática, que estresan tanto a los ecosistemas como a sus habitantes.
Estas amenazas, que a menudo interactúan y se complementan entre sí, están aumentando el riesgo de extinción de muchas especies. La gran mayoría de las extinciones registradas entre los cinco principales grupos de vertebrados evaluados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ya ocurrieron entre especies tropicales.
Se estima que para 2050, la región albergará a la mayor parte de la población del mundo y a dos tercios de los niños. Esto se debe a las tasas de natalidad de la región aunado a la migración de personas a esta región. Estos factores remiten directamente a los recursos limitados de la región que debido a las amenazas antes mencionadas, cada vez escasean más.
Debido a los niveles más altos de pobreza, más personas sufren desnutrición en los trópicos que en el resto del mundo. Esto quiere decir que los habitantes locales en situaciones vulnerables serían (y ya son) los primeros a sufrir la falta de recursos).
A pesar de sus condiciones geográficas favorables, los trópicos tienen poco más de la mitad de los recursos hídricos renovables del mundo (54%), pero casi la mitad de su población se considera vulnerable al estrés hídrico. Esto se debe a la sobreexplotación de los mantos acuíferos, pero también a las alteraciones en los niveles de precipitación a lo largo de los años.
No es probable que estas amenazas disminuyan pronto. La población humana sigue aumentando, pero la creciente riqueza significa que es cada vez más superada por el consumo de recursos, que actúa como multiplicador en términos de la huella de carbono de la humanidad.
La falta de efectividad de los gobiernos y pocos recursos, y la capacidad de investigación están complicando aún más las perspectivas a largo plazo para la biodiversidad tropical a menos que se tomen medidas urgentes.
El académico Jos Barlow y sus colaboradores han advertido que para evitar el futuro sombrío que representa estas amenazas, es urgente implementar «mejoras importantes en la capacidad de gobernanza local y global, y un cambio radical en la forma en que los objetivos ambientales se integran en objetivos de desarrollo más amplios».
Esto incluye concebir e implementar estrategias de conservación que aborden los impulsores primordiales del cambio ambiental, continuar apoyando la ciencia y la investigación y fomentar la experimentación y la innovación con nuevos enfoques e intervenciones.
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