Es difícil creer que entre los múltiples retos ambientales que enfrentamos como sociedad, los plásticos de un solo uso sigan siendo de los más importantes en términos cuantitativos. Y es que a pesar de los esfuerzos que se hacen para desincentivar este tipo de consumo, todavía seguimos siendo enormemente dependientes. Y las botellas de PET ocupan uno de los lugares más importantes en este enorme lastre.
El PET, abreviatura de tereftalato de polietileno, es un tipo de plástico que se utiliza frecuentemente para fabricar botellas de agua. Las botellas de agua de PET generan cantidades significativas de residuos y emisiones de dióxido de carbono. El petróleo es el principal componente utilizado para fabricar plásticos. Se requieren 90 millones de litros de petróleo para producir mil millones de botellas de plástico. Se necesitan setecientos años para la descomposición completa del plástico. Aproximadamente el 80 % de las botellas de plástico que se fabrican hoy en día no se reciclan. A nivel mundial, las tasas de reciclaje de plástico no son especialmente altas y, como resultado, una cantidad significativa de este material termina en vertederos, donde se descompone lentamente durante cientos de años.
En México se tiran al día poco más de 15 mil toneladas de desechos plásticos –casi 500 millones son botellas de PET– de los cuales se calcula que entre el 15% y el 20% provienen de habitantes de ciudades y el resto de actividades productivas que aumentaron durante la pandemia.
Las botellas de agua de plástico tienen el potencial de contaminar el medio ambiente de diversas maneras si no se desechan adecuadamente. Algunas de estas maneras son la destrucción de ecosistemas, la alteración de los procesos ecológicos y los efectos sobre los organismos acuáticos. Además, cuando los sistemas de alcantarillado de las ciudades, especialmente en los países en desarrollo, se obstruyen con basura, se facilita que los mosquitos propaguen enfermedades como la malaria y otras enfermedades que transmiten.
La mayor preocupación radica en que las partículas microscópicas de plástico contenidas en estas botellas, conocidas como microplásticos, podrían llegar a los alimentos humanos al ser ingeridas por la vida marina. Se cree que los polímeros plásticos han contribuido al desarrollo de ciertas enfermedades. A la mayoría de las sustancias químicas utilizadas para producir plástico se les atribuyen propiedades cancerígenas y disruptoras hormonales. Además, algunos de los compuestos utilizados en la fabricación de plásticos se han relacionado con diversos efectos adversos para la salud. El bisfenol A y los ftalatos son dos ejemplos de estas sustancias.
Por ejemplo, los revestimientos de las botellas de agua están hechos con una sustancia química llamada bisfenol A, también conocida como BPA. Las posibles consecuencias para la salud de la exposición al BPA en el cerebro y la próstata de fetos, recién nacidos y niños son preocupantes. El comportamiento infantil también podría verse afectado. Además, si se permite que los ftalatos se liberen al medio ambiente, existe un riesgo significativo de que dañen el ecosistema. Los ftalatos, clasificados como disruptores hormonales, pueden inhibir la producción de hormonas androgénicas.
Dado que la mayoría de los plásticos no se descomponen en entornos naturales, el objetivo principal es reducir la cantidad producida y, al mismo tiempo, gestionar y reciclar adecuadamente los residuos que aún se generan. Investigaciones recientes en este campo han demostrado que las botellas de agua de plástico desechadas podrían tardar más de 400 años en biodegradarse.
Numerosos proyectos de investigación en todo el mundo centran ahora su atención en examinar el impacto del reciclaje de plástico en la preservación del mundo natural y la promoción de la sostenibilidad. El reciclaje es una parte crucial del esfuerzo global para reducir los ocho millones de toneladas de plástico que se depositan en el océano cada año. El plástico se puede reciclar creando nuevos productos a partir de restos de plástico o basura hecha de plástico. Las futuras normas que apoyen los programas y las empresas de reciclaje, proporcionen lugares para separar y recolectar residuos, y enseñen a las personas cómo hacer estas cosas, incentivarían a más personas a reciclar y proteger el medio ambiente.
Es importante recordar que aunque parezca complicado, existen soluciones efectivas y económicas para consumir agua potable de manera segura y sin generar una cantidad tan innecesaria de desechos nocivos para el medio ambiente. Los filtros como Ecofiltro son una excelente opción gracias a su accesibilidad.
Los filtros de agua eliminan contaminantes dañinos y mejoran la calidad del agua potable, haciéndola más segura y potencialmente más sabrosa. También pueden reducir el riesgo de enfermedades gastrointestinales y algunos tipos de cáncer.
Algunos de los beneficios de usar filtros de agua incluyen eliminar contaminantes dañinos (ya que los filtros de agua eliminan adecuadamente impurezas como cloro, metales pesados (plomo, mercurio), bacterias, virus y otros contaminantes que pueden estar presentes en el agua del grifo); mejorar la calidad del agua (al eliminar estos contaminantes, los filtros de agua garantizan que el agua que bebe sea más limpia y segura) y reducir el riesgo de enfermedades (ya que filtrar el agua puede reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y problemas gastrointestinales)
El agua embotellada puede ser práctica en ciertas ocasiones, pero sus daños a la salud, acumulación de costos y enormes repercusiones en el medio ambiente hacen que los detrimentos sean mucho mayores que las ventajas. Es por eso que vale la pena migrar a opciones más saludables y sustentables como los filtros, que satisfacen nuestras necesidades sin poner nuestra salud (y al planeta) en riesgo.
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