¿Qué hay en tu agua? El peligro oculto de los trihalometanos que México debe enfrentar ya

¿Qué hay en tu agua? El peligro oculto de los trihalometanos que México debe enfrentar ya
¿Qué hay en tu agua? El peligro oculto de los trihalometanos que México debe enfrentar ya

Por Juan Pablo Rivero, CEO de Hydrous. Garantizar agua potable segura sigue siendo un desafío complejo en México. Si bien los esfuerzos se han centrado en el control microbiológico mediante la desinfección, existe un riesgo crítico y poco visibilizado: los trihalometanos totales (TTHM), subproductos químicos que se forman cuando el cloro reacciona con materia orgánica presente en el agua.

Si bien, el cloro se ha utilizado como rutina para desinfectar el agua potable y recreativa desde principios del siglo 20. Contribuyó a erradicar o reducir la propagación de enfermedades peligrosas como la fiebre tifoidea y el cólera. Pero se sabe que el cloro y otros desinfectantes también tienen desventajas, y una de las principales es la formación de subproductos que crean estas sustancias químicas al combinarse con compuestos orgánicos del agua cruda. Los más prominentes subproductos del cloro se llaman trihalometanos (THM).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que estos compuestos son volátiles y pueden transferirse al aire, generando un riesgo adicional durante actividades como ducharse con agua clorada. Además, la exposición puede darse por ingestión, inhalación y contacto dérmico, por lo que recomienda mantener un equilibrio entre la eficacia de la desinfección y la minimización de la formación de estos subproductos para proteger la salud pública.

En este sentido, México enfrenta esta problemática con desafíos específicos. La infraestructura hidráulica envejecida, con redes de distribución que promedian 50 años y pérdidas de hasta 40% del agua, dificulta el control eficiente del proceso de desinfección. Esta situación, sumada a la falta de monitoreo en tiempo real, conduce a la sobredosificación preventiva de cloro, incrementando la generación de estos subproductos tóxicos.

Soluciones internacionales para un agua más segura

Frente a esta realidad, países líderes han adoptado regulaciones estrictas para limitar la concentración de TTHM en el agua potable y han impulsado tecnologías innovadoras que minimizan la formación de estos compuestos. La electrólisis salina, por ejemplo, se ha consolidado como una solución efectiva y segura, generando desinfectantes puros directamente en el punto de uso, reduciendo riesgos operativos y el impacto ambiental.

Esta tecnología combina agua, sal común y electricidad para producir un desinfectante de alta pureza sin la necesidad de transportar o manipular sustancias peligrosas. Entre sus beneficios comprobados destacan:

  • Reducción significativa de subproductos de desinfección tóxicos, incluso si la concentración total aumenta, la toxicidad global disminuye.

  • Eliminación de riesgos asociados con transporte y manejo de cloro y otros químicos peligrosos.

  • Control automatizado que permite ajustes en tiempo real, optimizando la dosificación y reduciendo la formación de TTHM.

  • Menor impacto ambiental al eliminar la huella de carbono del transporte de químicos.

  • Costos operativos reducidos a largo plazo, al no depender de compras recurrentes de desinfectantes químicos.

Países como Alemania, Canadá, Australia y Japón ya implementan esta tecnología con resultados positivos, contando con certificaciones y reconocimiento de organismos internacionales. México, por su parte, tiene condiciones favorables para su adopción: disponibilidad abundante de sal, infraestructura eléctrica estable y regulaciones como la NOM-127-SSA1-2021 que exigen límites estrictos para TTHM.

Un compromiso con la salud pública y el futuro

Modernizar nuestros sistemas de desinfección con tecnologías como la electrólisis salina no es solo una aspiración tecnológica: es un compromiso urgente con la salud pública, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo responsable de nuestro país .

La evidencia científica y las experiencias internacionales demuestran que la tecnología está disponible, es segura y económicamente viable. Ahora corresponde a autoridades, empresas y sociedad impulsar esta transición para garantizar agua más limpia y segura para todos los mexicanos.

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